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Imaginar el proletariado

Posted on 21 junio, 2019

Alfredo Gurza
 
 
Texto leído en la presentación del libro Imaginar el proletariado. Artistas y trabajadores en el México revolucionario (1908-1940) de John Lear, publicado en coedición por el Cenidiap, Grano de Sal y el Sindicato Mexicano de Electricistas. Aula Magna del Centro Nacional de las Artes, Ciudad de México, 19 de junio de 2019.
 
 
Antes que nada, quiero agradecer a John Lear, a Carlos Guevara y a Tomás Granados la oportunidad que me brindaron de participar en el proyecto de realizar la edición en castellano de este maravilloso libro. A todos nos parecía desde luego indispensable facilitar la circulación en nuestro idioma de esta obra tan importante, fruto de la investigación de John en los fondos invaluables que resguarda el Cenidiap y en los archivos de otras instituciones, así como de sus conversaciones con distinguidas investigadoras de nuestro centro. Ahora que la estamos presentando en sociedad podemos estar satisfechos del esfuerzo del equipo de investigación, de documentación y de difusión del Cenidiap, de Grano de Sal y del SME. Mención especial merece Carlos Martínez, del Cenidiap, por su labor incansable y heroica en la revisión, formación e impresión del libro en circunstancias que seguramente sazonarán sus ya muy esperadas Memorias de un editor.
 
 
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El gran mérito de este libro es el de mostrar esta historia como proceso, en toda la riqueza de sus contradicciones y determinaciones concretas. Así, no es un catálogo de estilos ni un desfile de personalidades elegidas al arbitrio de la casuística. Es la historia de la construcción de un sujeto colectivo decisivo en el siglo XX mexicano y de urgente configuración en el XXI. Imaginar el proletariado supone significarlo como subjetividad social, tomando posición en la lucha de clases en las sensaciones, las percepciones, los sentimientos y las ideas.
 
 
John Lear despliega para nosotros en estas páginas la lucha en la dimensión estética en el periodo de transformación violenta del régimen de acumulación del capital en nuestro país, entre 1908 y 1940; ese proceso conflictivo de ideologías en imágenes, de valores y fabulaciones vehiculadas en los signos como emulación, ejemplaridad y aspiración, en la materialidad histórica de la subjetivación.
 
 
Es una obra que sin duda será referencia obligada para quienes se interesen en estos problemas, pues reúne con sentido y con tendencia una cantidad asombrosa de materiales, aportando en cada página muy ricos elementos interpretativos para innumerables líneas de investigación, entre las cuales podemos mencionar las siguientes:
 
 
Saturnino Herrán y el escándalo de hacer público el tema literalmente obsceno de la corporeidad del trabajo, del dolor y la fatiga, de los placeres y los gustos de los obreros y sus familias, de sus ternuras y sus reposos.
 
 

 
Posada y sus figuraciones complejas de lo popular desde una distancia moral propia de los maestros de oficios en la capital porfiriana.
 
 
El trayecto que va del trabajador revolucionario al ciudadano consumidor; del proletario en lucha, que irrumpe en el espacio y el tiempo y lo disloca todo para construir el mundo nuevo, a su inserción en el lugar preciso que se le asigna conforme a la estrategia del nacionalismo desarrollista al servicio del capital.
 
 
La CROM del inenarrable Morones, con sus diamantes, sus trapacerías y sus privilegios como emblema de la corrupción de las cúpulas sindicales que advierten también la necesidad de ocupar el imaginario, la dimensión estética, para subordinar a los trabajadores al Estado.
 
 
Los terribles bandazos de la izquierda, zarandeada por las consignas de la Comintern, de lucha sin cuartel, clase contra clase, primero, y de adhesión a la estrategia de Frente Amplio y Frente Popular después, que marcaron su postura frente al cardenismo tras años de violenta represión y clandestinaje.
 
 
El anarquismo enraizado en México como prosecución radical del liberalismo jacobino juarista, y la posterior deriva fascista de artistas como el Dr. Atl.
 
 

 
El estridentismo y su proyecto de ciudad-comuna, Estridentópolis, como polo de producción artística revolucionaria en Jalapa.
 
 
La ambición de los artistas revolucionarios de devenir proletarios del arte, de asumirse como productores, sus aciertos y reveses al enfrentarse entonces a los problemas de la artisticidad burguesa, con sus jerarquías de maestros y ayudantes, de la vinculación efectiva con los movimientos obreros y campesinos, de las relaciones con el Estado mecenas, y del machismo incuestionado que trunca sus propuestas.
 
 
El afán de innovar en las formas de organización del trabajo, con sus sindicatos y colectivos, y en los medios de producción, circulación y valoración de sus producciones: hojas sueltas, murales volantes, fotomontajes, grabados, debates públicos, periódicos y revistas, la LEAR y el TGP, etcétera.
 
 
Todo esto y más es abordado en este libro como proceso contradictorio y complejo, con esmero en la periodización necesaria y con fina atención a los puntos de inflexión de la historia, en los que se revela la dialéctica de lo ya-posible irrealizado y lo instituido transitorio, como cifra del futuro siempre abierto.
 
 

 
 
 
 

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