ESPECULARES – novena serie
Posted on 21 junio, 2016 by cenidiap
Crítica ficción
Alfredo Gurza
Imágenes del invaluable acervo que resguarda el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) en diálogo con fabulaciones e invenciones, ejercicios de imaginación a manos libres, a manera de espejos en recíproco reflejo, que así revelan afinidades y contrastes inesperados, entrelazamientos bajo las superficies, sugerentes resonancias. Una propuesta de recirculación de este patrimonio para contribuir a la generación de nuevos públicos y al fortalecimiento del Cenidiap como referente para la comunidad nacional e internacional de investigadores, documentalistas y creadores.
“Yo vi en Ebersberg el cráneo de San Sebastián,
Rebozado de plata, rebosante de vino transfigurado.
La tapa de los sesos
De ese Apolo del revés,
Cazador cazado,
Tábano denostador del poderoso,
Arquero convertido en alfiletero.
Luego supe
Que Irene la Romana
Restañó cada orificio y extrajo cada punta.
Sebastián no murió
En ninguno de los cuadros
Que figuran su martirio.
Ese tronco lacerado sobre un tronco
Se levantó y anduvo
De nuevo entre los vivos,
Para emboscar a Diocleciano
Y restallar la lengua condenando su impiedad.
Murió a golpes, por decreto,
Y fue arrojado como tantos hoy y siempre
A la Cloaca Maxima,
De donde nadie vuelve
A menos que quienes los lloran amorosos
Porfíen contra el desprecio
Hasta recuperarlos.
Y en tanto, por tantos,
Sólo Carracci se atrevió
A brindarnos la instantánea
De la vileza que retuerce con maldad
La otra que nos los arrebata”.
Silvia Cifuentes, El museo sin orillas, Ediciones Paquebote, Montevideo, 1980.
“Era el suyo ese arte dulce
Que dispone los saberes y los modos
De aprenderlos
En razón de la gracia delicada
De muñir las varias yemas
Del sarmiento a su cuidado.
De sus labios la lectura
Era gozo de palabras
Desbordadas de vislumbres
De valles vastos y altas cumbres;
Desvelábase un tesoro
Con su venia y nuestro azoro.
Asiduos a las letras nos labró,
Adversos al desdén de sí y del otro,
Impávidos al fascino del tambor
Del contumaz apartamiento deletéreo.
Linfa sana y rica, lectio vivificante,
Fuerza, virtud y amor tan operantes
Que aún hoy tonifican nuestras dotes
Que ella supo imaginar en esos brotes”.
Manuel Pesquera, Encomio del magisterio, frontispicio, Restrepo Editores, Medellín, 1906.
“Y hay también un modo de bruñirse
Al duro y dale, dale y duro,
(Lo sabe bien el mar y la roca lo confirma),
Para hablar de tiempos idos
Cual de rebus quae geruntur.
A fuer de blandir el bieldo
Se aprende a sudar la gota gozosa y gorda,
Levantando la eudaimónica hacina
Codo a codo con el buen conde Don Aristótil.
Habrá sin duda (nunca faltan los metecos)
Quien te tache de borroso
Por tu polimática manía
De veleidar en asuntos y en estilos.
Guárdate de la banalidad del mal
Estilo
Que desparpaja lo que tus afanes juntan:
Las pleitas bien trenzadas,
Los gajos en sabroso contubernio.
Dale un estrujón a la estética,
Hazla chorrear el rescaño embriagador
De la savia que avalienta
A pensar lo justo y bueno
Cual mentís a lo ordinario.
Avecíndate en tu Grecia cotidiana,
En tu propia Hélade particular.
Anímate a darle uso a lo común enaltecido,
A la filosofía de Helena,
A la verdad de Aquiles”.
Raúl Cholito Irigoyen, Polidoro, o de la infinitud de los azares, Ópera-Impromptu, Ediciones Musicales del Turco, Santa Fe, 1974.
“Si te dice que te miento,
No le creas, es puro cuento.
Quien mal piensa mal se la haya,
¡Que se coma su pitaya!
Su ojeriza es fruta amarga,
Boquifloja, lengualarga,
Así son las de esa laya.
¡Que se coma su pitaya!
Carcomióle que te amara,
Que esta dicha te abrasara.
Si se agüita por miralla,
¡Que se coma su pitaya!”.
Blanca de Osuna, El regusto de las rimas, Biblioteca del Hogar Moderno, T. V, San Miguel de Allende, 1926.
“El titán desengañado se extinguió crepitando
Cual puño de sal en el fuego,
En una voluta de humo espesa pero breve.
Cuando mueren los héroes, almas aéreas,
Se desatan tempestades.
Los otros, los menores, pies de plomo,
Apenas concitan la llovizna
Al instante de abrir su fosa terminal
Al caer por su propio peso.
Y enseguida o a la larga,
Poco importa,
Su calca se esfumina y se disipa
De la cama y de la silla,
De los libros, de las calles y los muros.
Bravo Ulises
Surcando desafiante el mar de los papeles.
Huésped de su tiempo,
Nunca el anfitrión.
Jápeto venido a menos,
Poniendo manazas a la obra,
Pero condenado a no engendrar un Prometeo.
No ajustar cuentas con la historia engendra monstruos.
¿Y con qué fin saturar la conciencia colosal
De tiempo y de memoria,
De las marcas de un pretérito derramado en el presente,
Para luego dar con todo
En la tolva del olvido?
Polvareda, no más queda,
Bajo una lluvia aletargada, como estática,
En el aire suspendida.
Un áspic de agua tibia.
Compota de precipitados”.
Romina Arce, Tantálidas, Canto Tercero, Ediciones Non Nobis, Ciudad de México, 1957.
“Desfilan los hijos por el estrado,
Testigos de cargo contra los padres,
Contra su pasado invertebrado
Y contra todos los modos del imperfectivo.
Aducen su propio acto performativo:
Así se dan roles, trama y teatro.
Es su turno en escena,
En este misterio bufo
De las hogueras circulares.
Son los nuevos entusiastas
Del demonio,
Si se entiende por demonio
Esa tentación incontestada
De seguir por el camino elegido,
De concluir la obra comenzada
Sin admitir pausa o desvío,
Ni la menor vacilación en el designio.
Dan el salto del indicativo
Al imperativo
Con la apodíctica confianza
De quien no se piensa dos veces a sí mismo.
Ya derruyen los altares y las bóvedas,
Incendian los depósitos,
Hacen añicos los raseros y las cubas
Y los nombres de las cosas
Que les legan sus ancestros lapidados.
Y ya se agita la crisálida
En el cráneo del ángel de la era,
Empachada la sesera
Del tósigo del pronto olvido.
Llegada la hora del recambio
La oruga rajará los parietales
Que la enclaustran
Y conducirá la destrucción
De cuanto erijan hoy
Los nuevos amos transitorios.
Masa llana, irrelevante,
Sin crestas ni altozanos,
Con la sola pasión por lo indistinto,
En incesante sucesión de fatigas desmedidas,
Sin ton ni son ni oriente;
De afanes derrochados
En burlesca juerga de chulería
Que se alarga hasta que despunta
El día en que todo recomienza”.
Elías Fossaro, Bebedizos 1967-1972, Caja de versos, Valencia, 1976.
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