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Vanguardias 1901-1950

Posted on 11 abril, 2021 by cenidiap

Carlos-Blas Galindo
 
 
Los movimientos artísticos de avanzada que fueron practicados durante la primera mitad del siglo XX son los denominados como vanguardias históricas o, simplemente, como vanguardias. Y son —entre otros— el fovismo (1903-1908, una rica vertiente de transición entre el arte fin-de-siglo(1) y el vanguardista), el neo primitivismo ruso (1908-1912), el cubismo (1908-1918), el futurismo italiano (1909-1929), el orfismo (1911-1914, primer movimiento de la no representación o abstracción), el rayonismo (1912-1914, que tuvo soluciones figurativas y abstractas), el cubo-futurismo (1913-1914), el constructivismo ruso-soviético (1913-1929), el arte conceptual (iniciado en 1913 por Marcel Duchamp (1887-1968) con Rueda de bicicleta, su readymade de 1913, quien lo continúa con Secador de botellas, de 1914, otra obra readymade de su autoría), el dadaísmo (1915-1923), el neoplasticismo (1917-1931), Bauhaus (1919-1933, que implica un transcendental cambio de rumbo en cuanto a la educación en las artes, la arquitectura y los diseños), los nacionalismos mexicanos (1920 a la fecha), el estridentismo (1921-1929), el surrealismo (1924-1945), la antropofagia brasileña (1928-1929) o el realismo socialista (1932-1991).
 
 
Como se sabe, en cada época y lugar existen requerimientos culturales que demandan ser satisfechos, y que es competencia de quienes son artistas ensayar respuestas para tales necesidades hasta dar con aquellas que las satisfagan, ya sea en parte o en su totalidad. La existencia de tales requerimientos está vinculada con la noción de Zeitgeist o espíritu del tiempo. Y, como también es sabido, las respuestas a las citadas necesidades están diferenciadas, en cada ámbito geopolítico, por el genius loci o marca del lugar. Empero, ninguno de estos aspectos escapa de la ideología, por lo que tanto las necesidades culturales como las propuestas que las subsanen están vinculadas con todo aquello que en cada época y en cada lugar es propicio para la clase que se halle en el poder; en el caso de las vanguardias, a favor de la burguesía. Por ejemplo: Susana Benko ha demostrado que el poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948) realizó obras vanguardistas e hizo asimismo planteamientos teóricos vanguardistas antes de viajar por primera vez a París ya siendo escritor, en 1916.(2); empero, si bien es cierto que esto fue benéfico para su producción y para la literatura de Chile y la de nuestra América, en rigor benefició a la poesía cubista (inaugural de la poesía visual), con sede en Europa, a la vez que ayudó a apuntalar la idea de la “universalidad” del arte de vanguardia.
 
 
Con las vanguardias, el arte de Occidente resulta entronizado de manera oficial como el único posible, al ser impuesto como si fuese el de mayor valía, a la vez que le son incorporados múltiples componentes originarios de artes no occidentales.(3) El neo primitivismo ruso abreva del llamado arte infantil, de los íconos del culto religioso ortodoxo, así como del arte popular. El cubismo, de la iconografía africana, de la ibérica y de la de Oceanía. Los nacionalismos mexicanos son nutridos con componentes indígenas (ya fuesen recuperados o inventados, pero siempre idealizados) y de la cultura popular de algunas zonas de México. Aunado a lo anterior, la hegemonía europea en las artes fue confirmada por quienes, como el Dr. Atl (1875-1964), Marius de Zayas (1880-1961), Diego Rivera (1886-1954), Germán Cueto (1893-1975) o Lola Cueto (1897-1978), entre otras personas que formaron parte del medio artístico mexicano, arribaron a sus respectivas etapas de madurez estilística durante sus estancias europeas o poco después de haber regresado de Europa.(4)
 
 
Ese dominio hegemónico fue apuntalado por más artistas de nuestra América como Joaquín Torres García (1874-1949) o Tarsila do Amaral (1886-1973), para quienes sus etapas europeas resultaron fundamentales para el desarrollo de sus planteamientos en el seno de la cultura artística. La consolidación de Estados Unidos como gran potencia económica e industrial después de la primera Guerra Mundial (1914-1918) derivó, entre otras cosas, en la instauración de la ciudad de Nueva York como sede privilegiada emergente para el desarrollo de la cultura artística occidental. Durante las décadas de los 20 y los 30 del siglo XX vivieron y trabajaron en esa ciudad José Juan Tablada (1871-1945), José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera, Adolfo Best Maugard (1891-1964), David Alfaro Siqueiros (1896-1974), Carlos Chávez (1899-1978) —compositor que viviría de manera intermitente en la capital mexicana y en Nueva York durante su carrera—, Rufino Tamayo (1899-1991) —quien regresaría a Nueva York en 1938 y radicaría ahí durante varios años más—, María Izquierdo (1902-1955) —artista feminista, quien fue la primera mujer artista mexicana que tuvo una exposición individual en esa ciudad, en 1930—, Miguel Covarrubias (1904-1957) y Frida Kahlo (1907-1954).
 
 
El carácter patriarcal de las vanguardias consistió no únicamente en evitar el ingreso de mujeres artistas a sus movimientos —despótica prolongación del androcentrismo—, ni en invisibilizar los aportes de las artistas vanguardistas, llegando a casos de robo como el que perpetrara Marcel Duchamp (1887-1968) al adjudicarse la autoría de Fuente (1917), de Elsa von Freitag-Loringhoven (1874-1927) —delito que apenas comienza a ser subsanado en la historia del arte occidental—, sino que constituyó un ejercicio impune de represión, imposición, dominio, conquista (ocupación indebida), autoritarismo y arbitrariedad al interior del campo artístico en Occidente, acciones de suyo patriarcales.
 
 
Las vanguardias pronto dejan de ser opositoras al statu quo artístico y varias (nuestros nacionalismos, el futurismo italiano y el realismo socialista —no sólo el soviético sino el de todos los Estados socialistas—) se convierten en artes oficiales. Con las vanguardias, los liderazgos artísticos como los que ejercieron algunos hombres durante el periodo de vigencia del arte fin-de-siglo(5) devinieron en ejercicios de caudillismo o de cacicazgo, también encabezados por individuos del género masculino.(6) Durante las vanguardias, las disidencias expresivas, temáticas o formales fueron acalladas y solo fueron toleradas algunas discrepancias internas; baste al respecto recordar el trato excluyente que, por razones estilísticas o tanto estilísticas como de orientación política y de práctica de un credo religioso, padecieron en el ámbito mexicano Federico Cantú (1907-1989), así como los ya mencionados Rufino Tamayo y Miguel Covarrubias, entre muchos otros autores no solo de las disciplinas plásticas.
 
 
Quienes fueron artistas vanguardistas no se propusieron contrarrestar al sistema económico capitalista por la vía de combatir la organización social patriarcal; lejos de ello reforzaron la permanencia del patriarcado mediante sus procederes extra artístico y artístico. Incluso, durante las vanguardias, se producen impunemente declaraciones misóginas y antifeministas como las contenidas en el escrito Fundación y manifiesto del futurismo (1909),(7) firmado por el fascista Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), que en su punto 9 establece: “Nosotros queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer”. Y en el 10 pregona: “Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista o utilitaria”.
 
 
Cabe afirmar, entonces, que las vanguardias fueron cimentadas en paradigmas que hicieron posible que resultaran triunfantes. Estos paradigmas fueron: el de proceder en favor de lo occidental y el no contrarrestar lo patriarcal, ejerciendo la represión, la imposición, el dominio, la conquista, el autoritarismo y la arbitrariedad.
 
 
 
 
Notas
 


[1] Considero como arte fin-de-siglo (1850-1900) a la gran corriente artística de avanzada de la segunda mitad del siglo XIX.

 

[2] Susana Benko, Vicente Huidobro y el cubismo, Venezuela, Monte Ávila-Fondo de Cultura Económica-Banco Provincial, 1993.

 

[3] Algo semejante había acontecido durante la etapa histórica del arte fin-de-siglo, en la que el arte hegemónico fue alimentado con elementos de algunas culturas no europeas: el impresionismo lo fue con el arte japonés. El modernismo secesionista vienés, con recursos africanos, bizantinos, chinos, egipcios y también japoneses. El modernismo mexicano, con referencias al llamado arte colonial.

 

[4] Una visión fresca del vínculo de estos artistas mexicanos con el cubismo la ofrece Adèle Robin Greeley en su contribución para el segundo tomo de Hacia otra historia del arte en México. Adèle Robin Greeley, “Artistas mexicanos en Europa durante el porfiriato y la Revolución”, en Stacie G. Widdiefield, coord., Hacia otra historia del arte en México. La amplitud del modernismo y la modernidad (1861-1920), México, Conaculta-Curare, 2004, p. 293-328.

 

[5] Gustav Klimt (1862-1918), por ejemplo, en el secesionismo vienés.

 

[6] Acerca de casos de discriminación contra mujeres artistas durante el periodo inicial de los nacionalismos mexicanos, incluso en organizaciones artístico-políticas de izquierda, véase: John Lear, Imaginar el proletariado. Artistas y trabajadores en el México revolucionario 1908-1940, México, Sindicato Mexicano de Electricistas-INBAL/ Cenidiap-Grano de sal, 2019, p. 229-238.

 

[7] Mario De Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX, España, Alianza, 1987, p. 369-375.

 
 
 
 
 
 
 

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