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María Lagunes, escultora emblemática de nuestro tiempo

Posted on 30 octubre, 2019

Laura González Matute
 
 

No seas como el necio que al mirar la virgínea imperfección del mármol que la arcilla aprisiona, queda sordo a la entraña de la piedra que entona en recóndito ritmo la canción de la línea.

Enrique González Martínez, Los senderos ocultos

 
 
Dotada de creatividad, destreza, ingenio y fuerza expresiva, la escultora, pintora y dibujante mexicana María Lagunes muestra, a través de su prolífica obra, su conocimiento sobre la maleabilidad y dureza de los materiales, al ofrecer multiplicidad de formas y volúmenes, revestidos de brillantes y matizadas tonalidades, que envuelven al espectador en un imaginario mágico.
 
 

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María Lagunes trabajando en la escultura Olimpia, 1992.


 
Sus esculturas, pinturas, tapices y dibujos revelan profusas formas abstracto-figurativas que evocan el hábitat del ser humano, desde entornos urbanos primitivos hasta megalópolis futuristas, todo inmerso en los umbrales ecuménicos de la creación.
 
 
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María Lagunes trabajando en la escultura Mutaciones, 1997.


 
Lagunes fue propuesta por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, a través del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas. para participar en el Premio Coatlicue, galardón que le fue entregado por la Asociación Civil Comunarte en marzo de 2019 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.
 
 
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María Lagunes, Orígenes II, 2015, técnica mixta.


 
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María Lagunes, Ciudad nocturna, 1985, papel de china sobre papel.


 
Al mismo tiempo que se le otorgó esta distinción, una selección de su obra se presentó en el emblemático Mausoleo de Cecilia Metella e del Castrum Caetani en Roma, hecho que la sitúa como una de las artistas mexicanas con mayor reconocimiento internacional.
 
 
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El Mausoleo de Cecilia Metella y el Castrum Caetani de la vía Appia.


 
 
Formación artística
 
Nacida en la Hacienda de Angostillo, en el estado de Veracruz, desde temprana edad desarrolló una gran pasión por la música, por lo que dedicó varios años al estudio de la guitarra clásica. Tiempo después, aún muy joven y entusiasmada por la pintura y el dibujo, canalizó fructíferamente sus inquietudes estéticas al estudiar la carrera de Decoración de Interiores en la Universidad Femenina de Veracruz. En esta institución inició su acercamiento a las bellas artes.
 
 
En 1958 se trasladó con su familia a la capital del país y asistió como alumna regular a la Escuela Superior de Artes Aplicadas de La Ciudadela, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes. Fue en este recinto donde entró en contacto con maestros del grabado y la escultura: Arturo García Bustos la instruyó en la práctica de la xilografía o grabado en madera, Francisco Dosamantes en la litografía y Guillermo Silva en la técnica del aguafuerte. Por otro lado, Tomás Chávez Morado y Francisco Zúñiga la introdujeron en la disciplina escultórica.
 
 
Trayectoria
 
Su trabajo formal inició en 1965 cuando presentó su primera exposición en el Instituto Francés de América Latina de la Ciudad de México. La muestra tuvo una gran aceptación y se le otorgó una beca por parte del gobierno de Francia para estudiar en París. En la Ciudad Luz realizó estudios dedicados a la integración de la arquitectura con la escultura y el urbanismo con el reconocido artista André Bloc,(1) cuya obra se caracteriza por esculturas habitables como procesos heurísticos. También trabajó en el taller del escultor ruso Ossip Zadkine(2), enfocado, sobre todo, a la creación de una obra de tendencias cubistas. Estos dos artistas marcarían una huella distintiva en el quehacer plástico de la escultora mexicana.
 
 
Europa
 
En 1973 fue invitada al Salón de Mayo del Museo de Arte Moderno en París y en 1975 participó en el Grand Prix d´art Contemporaine de Lyon. Su vinculación con Europa, desde aquel entonces, se tornó constante e incluso se le nombró Académica Corrispondente de la Academia Graci Marinio en Vercilli Italia como reconocimiento a su trabajo. Más adelante, obtuvo numerosos premios tanto en Francia como en Italia y en Bélgica.
 
 
Dibujos
 
La obra dibujística de Lagunes perfila la complementación de la línea y la composición en creaciones plenas de dinamismo y volumetría. La artista concibe superficies en las que recurre tanto el trazo rectilíneo como a la bidimensionalidad, en un lenguaje geométrico evocado en obras saturadas de movimiento, vivacidad y colorido.
 
 
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María Lagunes, Ciudad No. 6, 1966, tinta china, pastel y acuarela sobre papel.


 
Ciudades, no. 10, 8 y 6, así como Ciudad nocturna y Muros de Roma, realizadas a la acuarela y a la tinta, proyectan una combinación formal sintética de ciudades-personajes, en donde la propuesta estética, matizada por tonos negros, ocres, grises, amarillos y rojos bermellón, devela figuras estilizadas de pie o sedentes. Estos edificios-personas, inmersos en urbes inciertas de diáfanos trazos geometrizantes, interactúan en una comunión rítmica y melódica. Se perciben puertos, edificaciones y zoología, producto de la imaginación fantasmagórica de la autora. Los elementos interactúan y se conectan por medio de escalinatas laberínticas y pasadizos secretos que conducen a los “no lugares”, propios del imaginario de esta creadora, en los que pareciera rememorar pentagramas acordes con su pasión por la música.
 
 
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María Lagunes, Ciudad No. 10, 1966, tinta china, pastel y acuarela sobe papel.


 
A partir de estas obras, su interés por confluir en la escultura se torna una vocación absoluta. Paulatinamente, la escultura, la pintura y el espacio urbano inundarán su universo plástico.
 
 
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María Lagunes, Muros de Roma, 1995, tinta china sobre papel.


 
 
Escultura
 
En el género escultórico, Lagunes muestra de manera significativa su versatilidad y variabilidad creativa. Sus esculturas de pequeño, mediano y gran formato son trabajadas de manera fina y distinguida en diversos materiales. Amén del manejo del bronce, el concreto, el acero cromado y el mármol, la artista se aventura en la creación de obras en madera, granito, ónix y acrílico, con conocimiento y soltura.
 
 
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María Lagunes, Grupo IV, 1989, bronce.


 
A través de estos materiales, evoca una multiplicidad de producciones, que remiten a representaciones antropomorfas, tanto grupales como en pareja o en soledad. La presencia femenina se reproduce en diversas manifestaciones de manera sugerente. Se les ve en comunión, rememorando los conjuntos masivos de Francisco Zúñiga, pero, en su caso, alejados de la monumentalidad para remarcar las estilísticas formas enhiestas, como se aprecia en los conjuntos en bronce Grupo IV y Natura umana.
 
 
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María Lagunes, Imágenes, 1972, ónix blanco.


 
En este abanico de propuestas, crea evocaciones de ciudades rupestres, mitológicas y de corte futurista, que responden a la inquietud por concebir —en papel, tela, metales, acrílico y maderas— la interacción e integración de la práctica escultórica y el entorno urbano.
 
 
Por otro lado, recupera, en el género del retrato tridimensional en bronce, las imágenes de dos grandes hombres que han sido referentes en su vida: su esposo y padre de sus dos hijas, el arquitecto Enrique Segarra, y el gran poeta León Felipe, ambos de origen español.
 
 
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María Lagunes, Retrato del poeta León Felipe, 1969, bronce, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.


 
 
Mausoleo de Cecilia Metella e del Castrum Caetani
 
La retrospectiva que fue presentada en Roma, abrigada dentro de los muros del Mausoleo de Cecilia Metella y del Castrum Caetani, presentada de diciembre de 2018 a mayo de 2019, realzó la majestuosidad de sus composiciones al ofrecer una ambientación escultoarquitectónica plena de matices cromáticos, formales, texturales y lumínicos, que viajaban desde los confines de estructuras megalíticas en Gran Bretaña, para entrecruzarse y dialogar con los parámetros románicos y las  metrópolis futuristas, en la búsqueda de una movilidad concéntrica que se desplaza en el espacio.
 
 
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Interior de la exposición de María Lagunes en Castrum Caetani, 2018-2019.


 
La compenetración de Lagunes con el alma interna del bronce, piedra, mármol, acero y silicón, van al encuentro del volumen y espacio, para elevarse en majestuosos pináculos y vértices, encumbrados hacia lo eterno y desconocido del vacío.
 
 
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Exposición de la obra de María Lagunes en el interior del Castrum Caetani, en el Mausoleo de Cecilia Metella, 2018-2019, con la obra Movimientos cíclicos, 2001.


 
La artista se entrega a los materiales y, a través de éstos, evoca líneas, ángulos, aristas y cúspides. Remarca la finura, docilidad y delicadeza del mármol; la fuerza del bronce abrillantado cual oro reluciente o, a contraparte, modesto y sencillo, por la pátina que lo matiza. Así, también, trabaja la textura de la madera, que recobra vitalidad en sus enérgicas y hábiles manos, al tallarlas bajo formas geometrizantes que conducen hacia intrincados “almacenes de recuerdos” o elementos urbanos emparentados con sus mágicas ciudades.
 
 
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Exposición de la obra de María Lagunes en el interior del Castrum Caetani, en el Mausoleo de Cecilia Metella, 2018-2019.


 
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María Lagunes, Orfeo, 1967, bronce.


 
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María Lagunes, Rumores del viento, 1997, bronce platinado.


 
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María Lagunes, Coppia II, 1978, bronce.


 
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María Lagunes, Almacén de Recuerdos No. IV, 1982, madera.


 
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María Lagunes, Almacén de Recuerdos No. III, 1982, madera.


 
La obra monumental Movimientos cíclicos, de 2001, es un claro ejemplo de su incursión en los mundos del pretérito. La concepción escultórica aborda la inquietud por venerar un tributo a su pasión por las formas grandilocuentes que tienden a curvarse en un episodio que reverencia a un remoto e inexplorado ser. El conjunto concibe un grupo de formas elongadas que, en supuesta comunión y plegaria, reverencian el origen del principio. Ubicado en el Jardín Inglés de la ciudad de Caserta, Italia, es una suerte de homenaje a Stonehenge, el monumento religioso de Gran Bretaña.
 
 
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María Lagunes, Movimientos cíclicos, 2001, acero al carbón, Jardín Inglés de la ciudad de Caserta, Italia.


 
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María Lagunes, Movimientos cíclicos, 2001, acero al carbón, Jardín Inglés de la ciudad de Caserta, Italia.


 
Entre sus obras en bronce, destaca el Medallón Rocca Pía, de 2009, obra solicitada por comisión para la ciudad de Tíboli, también en Italia. La pieza, en su composición circular, despliega un laberíntico efluvio floral que armoniza con el viento, el agua, la flama y la tierra: cuatro elementos del devenir que, en síntesis, confluyen en un universo unívoco en la obra de María Lagunes.
 
 
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María Lagunes, Medallón Rocca Pía, 2009, bronce, Tívoli, Italia.


 
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María Lagunes, Medallón Rocca Pía, detalle, 2009, bronce, Tívoli, Italia.


 
Su incursión en el acrílico con la majestuosa Ciudad luminosa, de 2010, reta a la escultora para experimentar con este nuevo material y, como resultado, crea una espléndida obra de gran formato. La composición remite a un abanico de luces, colores y formas, que dialogan con signos humanoides y diáfanas edificaciones a través de entrecruzamientos traslúcidos, inmersos en una urbe resplandeciente.
 
 
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María Lagunes, Ciudad luminosa, 2010, acrílico, Museo de Arte Moderno, Ciudad de México.


 
 
Premios
 
Entre las obras premiadas de María Lagunes se encuentra Señal, de 1984, pieza monumental ubicada en el edificio Torre Lomas, en Avenida de Las Palmas, Ciudad de México. Galardonada con el primer premio en el Concurso de Escultura Urbana, el pináculo despliega su majestuosidad bajo la erguida composición de un platinado diamante que se yergue hacia la bóveda celeste sobre la metrópolis apocalíptica.
 
 
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María Lagunes, Señal, Torre Lomas, 1984, acero inoxidable, Ciudad de México.


 
Asimismo, el Monumento a Rosario Castellanos, de 1976, erigido en el Bosque de Chapultepec, obtuvo el primer lugar del concurso para el monumento urbano.
 
 
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María Lagunes, Monumento a Rosario Castellanos, 1976, concreto, mármol, bronce, Parque Rosario Castellanos, Bosque de Chapultepec, Ciudad de México.


 
 
Fotografía
 
Lagunes también ha incursionado, con indudable acierto, en la práctica fotográfica. Su libro Retratos (1953-2003), presentado en la Casa Estudio Luis Barragán en 2013, es una muestra elocuente de su sensibilidad artística al proyectar una serie de retratos de personajes que la han acompañado en su dinámica y prolífica vida creativa. Las obras captan a los personajes en su contexto íntimo y, de alguna manera, sorprendidos por la escultora, a través de una cámara simple y sin mayor sofisticación que su hábil mirada. Entre otros, nos presenta al arquitecto Enrique Segarra o al violoncelista Pablo Casals.
 
 
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María Lagunes, Enrique Segarra Tomás, arquitecto, 1955.


 
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María Lagunes, Pablo Casals, violoncelista, 1956.


 
 
Textiles
 
A través de la bidimensionalidad de la trama y la urdimbre, ha trabajado diversos textiles en los que vierte no sólo sus inquietudes derivadas de la temática escultórica, sino que al mismo tiempo estos dóciles materiales la han conducido, de manera magistral, a evocar su inquietud por las formas musicales que continúan acompañándola. Sus piezas de 1972, Sol que se ve y Música del viento, así como Sarabanda, de 1978, muestran, por medio de una figuración abstraccionista, los elementos melódicos de su universo polifónico. El chelo, la guitarra, la clave de Sol y los efluvios de conciertos armónicos parecen surgir plenos de cadencias rítmicas.
 
 
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María Lagunes, Sol que se va, 1972, textil.


 
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María Lagunes, Sarabanda, 1978, textil.


 
La elocuente, fecunda y multifacética obra de María Lagunes transita desde hace más de cinco décadas entre museos, galerías, avenidas, parques, mausoleos y edificaciones emblemáticas, para mostrar su majestuosidad y dinamismo mediante múltiples materiales que envuelven su cosmos creativo.
 
 
 
 
Notas
nbsp;


[1] Arquitecto, escultor y editor francés. Llevó las ideas del neoplasticismo y constructivismo a la planificación urbana.

 

[2] Escultor con influencias de Auguste Rodin y del cubismo de Pablo Picasso. Junto a Jacques Lipchitz y Alexander Archipenko son los mayores representantes de la escultura cubista del siglo XX.

 
 
 
 

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