M68 memorial 1968, movimientos sociales. Libro-catálogo bienvenido
Posted on 25 abril, 2023 by cenidiap
Cristina Híjar González
Celebro, y no saben hasta qué punto, la publicación que hoy nos convoca. Fui testigo parcial del trabajo realizado en el montaje y organización del Memorial, concretamente en la colaboración CCUT-Cenidiap para incorporar archivos de movimientos sociales post68 al repositorio digital y comprobé el arduo trabajo y el compromiso de todxs y cada unx de los involucradxs. El M68, sus exposiciones, actividades, publicaciones, proyectos derivados y complementarios serían suficiente para dar cuenta de ello pero ahora lo coronan con esta cereza en el pastel de más de 300 páginas.
El libro-catálogo no tiene desperdicio. Todos y cada uno de los textos incluidos abordan un aspecto fundamental del proceso. No solo nos cuentan los retos y avatares del M68 sino constituye en su conjunto un valioso material de estudio y consulta para conocer una experiencia ejemplar de trabajo colectivo y compromiso de un amplio grupo de gente, en su mayoría joven, que marcaron la diferencia (no cuesta trabajo imaginar lo que esto hubiera sido en otras manos) en la construcción de este digno centro de memoria.
Imposible hacer referencia puntual a cada uno de los aportes que advierto en los textos compilados. La primera sería la advertencia colectiva a que 1968 no constituye un momento excepcional en la historia de México sino un crimen de Estado continuado que de tiempo en tiempo genera acontecimientos muy graves: 10 de junio, Aguas Blancas, Tlatlaya, Ayotzinapa, por ejemplo. Esta advertencia histórica deriva en la necesidad de construir una memoria ejemplar asentada en el presente, tal y como lo logró este maravilloso equipo que le dio la vuelta al monumento y a la memoria estéril y simplemente conmemorativa sin consecuencias, para dar lugar a un espacio coral, polifónico, que no deja cabo suelto. Generaron las condiciones para la memoria tan importantes en contextos no solo represivos sino promotores del olvido, al recabar de manera exhaustiva testimonios y documentos de todo tipo: literarios, orales, sonoros, gráficos, artísticos, fotográficos, visuales. “Hacer museo”, precisa Eunice Hernández, con todos los afectos y subjetividades implicados en la indispensable dimensión estético-política que cruza y define todo.
Valiosos textos reflexivos que dan buena cuenta de la tarea emprendida haciendo énfasis distintos por lo que lo mismo encontramos descripciones necesarias que problematizaciones curatoriales o educativas o de aspectos concretos, como los Halcones o el quehacer editorial o la participación de las mujeres. Necesarios los datos duros, las precisiones históricas literales, las genealogías advertidas sin evadir en ningún momento las contradicciones y la complejidad que todo proceso social conlleva, de ahí la necesidad de problematizarlo todo, de la reflexión crítica, no solo de la materia analizada sino del mismo proceso que estaban llevando a cabo en la construcción del M68 con todas sus aristas. Sin caer en planteamientos fáciles o reducidos a la pura descripción, resulta muy alentador leerlxs porque dan lugar a un planteamiento abierto en el que hay que seguir trabajando todxs los que estamos implicados en la memoria histórica. Uno aprende mucho, se plantea nuevas preguntas y revisiones, se activan muchas cosas provocados por estos emprendedores de la memoria. Todo aderezado por una gran presencia de elementos gráficos que enriquecen a la publicación, de bella edición, porque no solo la embellecen sino que en sí mismos son testimonio de la vía poética presente. Dispositivos, señales y vestigios de una memoria herida pero en lucha, desde entonces y hasta ahora.
Dentro de la interlocución que plantea este libro, porque de eso se trata, hay un par de cosas que quisiera mencionar. Entiendo la imposibilidad de hacer referencia a todo lo que el 68 ha heredado y motivado, no es gratuito que siempre sea reivindicado en cualquier lucha social de que se trate, pero quiero hacer breve mención, sin profundizar mucho, a algunas cosas que me parecen muy importantes dentro de esto.
La primera, lo importante que fue la aparición del libro Imágenes y símbolos del 68 de Arnulfo Aquino y Jorge Pérezvega, editado por Difusión Cultural de la UNAM en 2004 para dar cuenta de los símbolos construidos comunitariamente.
La segunda y muy importante, la necesidad de no reducir la memoria universitaria a lo promovido por la institución como tal, que por supuesto celebramos. Me refiero a que dentro de la comunidad universitaria hay una muy otra memoria ejemplar en acción que se ve materializada en momentos como los de las huelgas universitarias de 1996 y 1999-2000 por la defensa de la educación superior que ya han dado lugar a algunas publicaciones; en momentos como la recepción de la delegación del EZLN en el campus, en el movimiento Yo soy 132, en la cátedra Simón Bolivar de la FFyL que culminó con el asesinato impune de 4 estudiantes en Sucumbíos, Ecuador por el ejército colombiano, el mitin de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno, entre otros acontecimientos, que produjeron también sus propias expresiones que por supuesto abrevan del 68; por ejemplo, los murales realizados en la huelga de entresiglos borrados por rectoría al ingreso de la PFP y que, por supuesto, forman parte de esta memoria viva.
En este sentido de lo realizado al margen de las instituciones, estarían las instalaciones colectivas y anónimas de los antimonumentos al 68 en el Zócalo de la CdMx el 2 de octubre de 2018 y el dedicado al 10 de junio en 2021. Y así podríamos seguir mencionando otras iniciativas que hay que tener presentes y que habrá que sumar como el libro testimonial de La Nacha, Ellas, las mujeres del 68 o los nombres inscritos de las mujeres del 68 en las vallas de la Glorieta de las Mujeres que Luchan hoy en disputa con el gobierno de la CdMx que quiere imponer sus usos y destino; u omisiones u olvidos como el de la magnífica novela histórica de Gonzalo Martré, Los símbolos transparentes. Y aprovechando, una petición: tuve la oportunidad de conocer y fotografiar el maravilloso tríptico mural de Herlinda Sánchez Laurel, brigadista gráfica de La Esmeralda, sobre el 68, concluido poco antes de su fallecimiento en 2019 y que supongo estará ahora en Ensenada. Ojalá algún día podamos verlo expuesto en el M68.
El antimonumento 68 acusa responsabilidades vigentes en las consignas inscritas en él: Fue el Estado, fue el ejército. Jacobo Dayán cierra la primera parte del libro de manera justa. Celebro el pronunciamiento político del director actual de este empeño que hace énfasis en la impunidad campante hasta hoy, frente a todas las violencias, y en la imperante necesidad de mantener siempre unida la triada memoria, verdad y justicia con todo lo que ello debiera implicar empezando por el castigo ejemplar a los responsables “todos inocentes para el Estado mexicano, todos culpables para la memoria viva”, se afirma en el libro y también en el antimonumento al 10 de junio rodeado de consignas ante los crímenes de Estado: Ni perdón ni olvido, la lucha sigue, la memoria florece.
La segunda parte del libro-catálogo la conforma información útil en breves pero sustanciosos apartados varios: una puntual cronología, memoria literal necesaria; contextos, sucesos paralelos, derivas, consecuencias, piezas artísticas incluidas en el Memorial, menciones a distintos empeños a los que el 68 abrió las puertas como semillero hasta los tiempos actuales, muchos de ellos parte de esa otra memoria universitaria a la que hice referencia. Concluye con el Centro de Documentación no solo destinado a la constitución de un valioso archivo y su preservación para la historia y la memoria, sino como espacio de interlocución y participación comunitaria.
El M68 se suma dignamente a los muy variados emprendimientos actuales por la memoria histórica, en particular por las memorias heridas, en las que al menos habríamos de distinguir dos caminos, uno, el emprendido institucionalmente pero más que por las instituciones en sí, sea la UNAM o la Secretaría de Gobernación, por los valiosos equipos humanos de trabajo conformados y muy comprometidos con su encargo y tareas. Entre ellos estarían los jóvenes sitios de memoria: Circular Morelia 8 y Tlaxcoaque, las comisiones por la verdad a las que no les alcanzan las buenas intenciones frente a la simulación gubernamental, y alguna otra valiosa iniciativa como CAMENA, Memorica y hasta el Canal 21 con la transmisión de valiosas series históricas. Del otro lado y siempre a contracorriente, las comunidades y colectivos que desde siempre han mantenido la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, empezando por el Comité Eureka (hoy en el MCMI) y hasta hoy con cientos de colectivos de familiares, diversos empeños organizativos y comunidades organizadas, como las que en esta CdMx impulsan la Ruta por la memoria con sus antimonumentos y glorietas siempre en peligro de desalojo y destrucción.
Todos y cada uno suman lo propio a lo dicho por Ileana Diéguez contra el silencio y el olvido: “es una prueba de que este drama existió, aunque no se haya hecho justicia”… todavía.
Felicidades a todos y todas los implicados en el M68 desde 2007, 2018 y hasta la fecha. A ustedes, les invito a que lean este libro, discutan lo planteado en él y visiten, si aún no lo han hecho, el Memorial, apropiémonos de esta memoria en disputa que tiene que ser y estar organizada para superar la “nostalgia llorosa” como plantea Alberto Híjar. Contribuyamos a su difusión y conocimiento, y hagamos efectiva la consigna: ¡2 de octubre no se olvida!
¡Memoria, verdad y justicia!
* Texto leído en la presentación del libro-catálogo en la Feria del Libro y la Rosa, UNAM, 23 de abril de 2023.
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