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Un remolino dialógico

Posted on 31 julio, 2023 by cenidiap

Ofelia Rodríguez

 

 

Texto leído en la presentación del libro Alberto Isaac. El fluir de la imagen en la práctica artística transmedial, del Dr. Alberto Argüello Grunstein. 26 de julio de 2023. Aula Magna “José Vasconcelos” del CENART.

 

Alberto Isaac (1923-1998) conocido como “El güero” es un “hombre del Renacimiento” en el sentido de sus múltiples intereses y ámbitos de desarrollo. Su apuesta creativa tan pronto pasa por la pintura para migrar a la cerámica, el cine y la caricatura. Es un creador multifacético, poco reconocido, poco valorado y tal vez para muchos, considerado un creador “menor”. Es aquí donde entra el espléndido trabajo de Alberto Argüello, quien nos propone interpretar la obra de Isaac como un gran montaje, como una maquinaria estética no lineal, sino al interior de un flujo permanente, una dialéctica inestable, en transición, inacabada, abierta.

 

A lo largo de las páginas de este texto podemos acercarnos a un Isaac outsider, a un inconformista, una especie de flâneur benjamineano, cuya creación discurre con libertad, sin compromiso más que con sus propias ideas. Un hombre de amplísimo capital intelectual interesado en el diario acontecer internacional, nacional y local, así como en su génesis.

 

 

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El contexto en que Isaac inicia su proceso creativo es el de las décadas de 1940 a 1960, donde los temas que habían construido la identidad nacional se estaban agotando; económicamente había un desarrollo estabilizador; los medios de comunicación se hallaban bajo censura; mientras que las artes plásticas estaban siendo espoleadas por las diversas vanguardias europeas. Un nuevo cine independiente, de ruptura, estaba despegando en los 60 y al cual Isaac se sumó con una propuesta novedosa, humanista, humorista y jovial.

 

A través de cuatro capítulos, Alberto Argüello demuestra, pues, que la obra de Isaac es necesario verla en conjunto, comprendiendo su impacto en el medio cultural mexicano, en el contexto de la denominada ruptura de los años 50 y 60 del siglo pasado. De paso, Argüello nos propone transformar nuestra experiencia como receptores de la expresión artística, una experiencia que nos descoloque y nos permita abandonar los mecanismos unidireccionales de abordaje del arte.

 

 

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Para lograr lo anterior, Alberto Argüello nos ubica más allá del giro lingüístico que privilegia la textualidad de la obra y del giro visual de la época poslingüísta, para señalar que la mejor forma de aproximarnos al trabajo de Isaac es bajo la perspectiva de Thomas Mitchell quien afirma que todos los medios son mixtos y todas las representaciones son heterogéneas, combinan diferentes códigos, convenciones discursivas, canales y modos sensoriales y cognitivos; lo que permite comprender que  no existen artes “puramente” visuales o verbales. Entonces, cito al autor, “ni giro lingüístico ni giro visual, sino un remolino dialógico, transgresor, involuntario e ingobernable: un flujo permanente”.

 

La apuesta artística de Isaac transcurre entre la transmedialidad y la intermedialidad; entre la transmutación de un medio expresivo a otro y la copresencia de una o varias expresiones mediales en una misma manifestación artística. Y, Argüello nos demuestra con una gran solvencia teórica, que aquello que pone en relación toda la obra de Isaac es el fluir de la imagen, cuyo principio de migración o “bisagra transmedial” (como la llama Alberto) es más que imaginación, que extrapolación, que ritmo e incluso que montaje, es una metaforicidad que conduce a una interpretación para abordar un arte en términos de otro.

 

 

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Otra gran sorpresa que encontramos en este texto es el puente metafórico que el escritor tiende entre la obra de Balzac y la obra de Isaac. A partir de ello, propone los cuatro registros de creación que desarrolla ampliamente, con gran soltura y humor en el último capítulo: lo privado, patria y matria, historia e historias y cultura. Es aquí donde podemos ver claramente en la obra de Isaac cómo tanto la experiencia visual como la verbal se hallan entretejidas; donde lo visible y lo decible comienzan a parpadear y a confundirse en la composición; en otras palabras, presenciamos cómo se dan la intermedialidad y la transmedialidad en la maquinaria estética de Isaac.

 

Alberto Argüello nos presenta parte de la obra de Isaac con toda su sencillez y franqueza, lo que no entra en contradicción con su complejidad temática y nos perfila una mirada, la del artista, “crítica, marcada por la inquietud creativa y la celebración de la vida”

 

Así pues, lejos de la especialización y de la separación de manifestaciones artísticas propia del modernismo, con su espíritu clasificador, el escritor nos propone un borramiento de los lindes, un trasvase, un acercamiento en clave integral, en términos de una maquinaria estética e insiste: es necesario estudiar la obra de Isaac como un todo y reintegrarla al Uno primordial.

 

En síntesis: la obra de Isaac es un río con constantes cambios de rumbo, en términos heracliteanos; tal vez un rizoma con nuevas e infinitas conexiones, en clave deleuziana. Es una obra aún por descubrir a la que Alberto Argüello ha otorgado carta de ciudadanía.

 

 

Enlace al libro / Biblioteca digital del Cenidiap

 

 

 

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