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Antonio González Orozco (1933-2018)

Posted on 7 julio, 2020

  Guillermina Guadarrama Peña
 
 
Conocí al Maestro Antonio González Orozco, pintor y muralista, un 15 de julio, durante el acto celebratorio que el Museo Nacional de Historia hizo a un mural de su autoría: Entrada Triunfal de Benito Juárez a Palacio Nacional, pintado en 1967. Ese día se conmemoraba un aniversario más de la entrada de Benito Juárez a la capital del país, ocurrida en 1867, para restaurar la República después de cuatro años de andar errante.
 
 
No era el primer mural sobre Juárez y su tiempo en ese museo: José Clemente Orozco había pintado uno en 1948 acerca de la victoria de la República sobre el Segundo Imperio, pero el director del Museo, Antonio Arriaga, requería uno más sobre el día en que el Benemérito regresó a Palacio Nacional. El encargo recayó en González Orozco debido a que trabajaba en ese lugar desde 1961 como restaurador, tras ejercer la docencia en el Instituto de Bellas Artes, actual Facultad de Artes, de la Universidad Autónoma de Chihuahua, en su estado natal.
 
 

Antonio González Orozco en el primer Foro de Muralismo del Cenidiap, 2016.


 
Si bien necesariamente la imagen de Juárez aparece en el mural, el artista rodeó la crónica simple para hacer síntesis de los acontecimientos. En esta obra, inaugurada en el centenario del acontecimiento, González Orozco evitó pintar el recorrido para centrarse en el momento culmen del suceso: el Presidente ya en el Palacio Nacional, que se ve al fondo, rodeado por el pequeño gabinete que lo acompañó en su periplo; pero destacó en primer plano al pueblo, que de acuerdo con los periódicos de la época recibió a Juárez con flores y música.
 
 
En ese grupo se encuentran mujeres de diversas edades que le entregan blancas flores, y detrás de ellas vemos a los chinacos, guerrilleros fundamentales en esas batallas. No faltó el tradicional papelerito, personaje popular que husmea entre la muchedumbre portando los periódicos liberales El Siglo XIX y Boletín republicano. A los laterales colocó a los militares de diversos batallones, en acción de custodiar al presidente Juárez. Es una escena popular, festiva, pero no hay sonrisas, todos parecen tener miradas de asombro. Resulta interesante que González Orozco lo haya pintado con el tipo de expresión que se usaba en los cuadros costumbristas del siglo XIX, en una línea barroca en la que destacan los claroscuros y puntos de luz que surgen de los vestidos blancos de las mujeres y el caballo, para iluminar toda la escena.
 
 

Antonio González Orozco, foto personal, década de 1970.


 
La forma como abordó el tema fue motivo para que le encargaran otro mural con un argumento similar, Juárez, símbolo de la República frente a la intervención francesa, destinado para la misma Sala de Carruajes del Museo. Pintado en 1972, es el mural más realista de los que realizó y el más conocido de los dos porque fue portada del libro de texto gratuito de la materia de Historia para quinto grado de primaria desde 1992 hasta 2009. En esa obra Juárez es más convencional. El pintor lo estructuró de manera tradicional, con diagonales y una vertical que le dan movimiento, donde situó al Presidente, cuya imagen emerge como un volcán, un símil con los que están detrás, al tiempo que iza la bandera en medio de una batalla entre franceses y mexicanos. La combinación de tonalidades frías, cálidas y tierras hace la escena menos dramática y violenta.
 
 

Antonio González Orozco y Guillermina Guadarrama Peña, 2016.


 
Juárez volvió a los pinceles de González Orozco en 2016, cuando pintó el mural República peregrina para el antiguo Palacio Municipal de Hidalgo del Parral, Chihuahua. Este mural de grandes dimensiones es una narrativa sobre la escala que hizo Juárez en esa ciudad del 2 al 5 de octubre de 1864 en su travesía hacia Paso del Norte —hoy Ciudad Juárez—; por el hecho de haber despachado en ese edificio le denominaron Palacio Nacional durante su breve estancia. Pero su línea expresiva había cambiado cuando pintó esta obra, ahora su pincelada era más suave, sus colores fríos y cálidos eran más tenues y sus rostros no tan definidos, excepto el del Benemérito. Ese abordaje hizo que cada obra sobre Juárez fuera diferente, sin repeticiones, aunque el maestro decía que se copiaba a sí mismo.
 
 

Antonio González Orozco, República peregrina, 2016, Antiguo Palacio Municipal de Hidalgo del Parral, Chihuahua.


 
En su pintura de historia también abordó a Madero y la Revolución de 1910, realizada en 1976 para el Centro Cívico y Cultural de San Pedro de las Colonias, Coahuila, pintada todavía en el tono realista de su última obra del Museo Nacional de Historia. Después de esta fecha cambió su expresión para hacer obras de caballete en tonos cálidos y dulces, de suave pincelada, misma con la que elaboró Historia de la medicina en México en 1993 para el Hospital de Jesús, Ciudad de México, lugar que en 2019 le prometieron que habría continuación, asunto que no llegó a concretarse. En esta obra representó los conocimientos ancestrales de ambos grupos étnicos, conquistados y conquistadores, y como escena central puso el encuentro entre Cortés y Moctezuma, pintando al primero en línea realista.
 
 

Antonio González Orozco, Historia de la Medicina en México, 1993, Hospital de Jesús, Ciudad de México.


 
Es pertinente mencionar otros dos pequeños murales de su autoría que hizo para el acuario de Mazatlán, Sinaloa en 1979-1980, titulados México, recursos pesqueros y Sinaloa y los recursos económicos, actualmente desaparecidos.
 
 
González Orozco decía: “No encuentro nada comparable al placer de estar trepado en lo alto de un andamio, algo así como en un improvisado trono, sabedor de que, en ese preciso momento, ya en plena gestación, está tomando forma una obra que a la postre habrá de trascender”. ¿Cómo nació ese amor por el andamio? Su aprendizaje inicial fue con el muralista Leandro Carreón en su natal Chihuahua, después tomó un curso de mural con Diego Rivera en la entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas, San Carlos, lo que motivó que incursionara en esa línea artística, aunque no fue de manera inmediata.
 
 

Antonio González Orozco en su estudio. Foto: Antonio González.


 
Poco antes de morir hizo un mural para la Universidad Panamericana, con una serie de retratos y la historia de esa institución. Nunca dejó de trabajar, excepto cuando las enfermedades que lo aquejaban se lo impedían. Descanse en paz, Maestro González Orozco, que su paleta de colores lo envuelva en su camino y su sonrisa permanezca.

 
 

Antonio González Orozco, 2016.


 
 
 
 
 

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