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Antonio Trejo. Exposición retrospectiva por el centenario de su nacimiento

Posted on 4 enero, 2023

Dení Trejo Barajas

 

Proyectar y llevar a cabo la exposición de la obra pictórica y gráfica de Antonio Trejo Osorio (1922-1986) no fue una tarea fácil. Crecí familiarizada con parte de esta obra porque la vi en casa, a veces en su proceso de creación, lo que era de lo más común y natural para mí; a veces también, sobre todo luego de su fallecimiento, expuesta por un tiempo en algún muro de la casa. ¿Por qué exponer ahora la obra de Antonio Trejo? Quién fue este pintor? ¿Cómo decidir sobre la selección que debíamos exponer?

 

Desde hace tiempo, más allá de que fuera mi padre, pensamos, junto con mis hermanos, que era necesario compartir este legado. Él no lo hizo por diversas razones: probablemente contaba su origen campesino (nació en Ixmiquilpan, Hidalgo) que lo hacía una persona reservada y humilde en sus actitudes; era sin embargo un gran lector, y muy crítico de los artificios del mercado, más preocupado por la solidaridad que por vender; si bien en algún momento fue parte de algún partido político de izquierda era cuestionador del dogmatismo, lo que lo alejó de las principales relaciones socio-políticas del medio de la plástica mexicana de la época.

 

Hasta la fecha los hermanos Trejo Barajas hemos organizado tres exposiciones: la primera en 1994, en el Museo del Pueblo, Guanajuato, a instancias de José Chávez Morado, quien fuera maestro de Antonio Trejo en los años cuarenta, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, y de Jesús Gallardo, grabador que invitó varias veces a Antonio a dar talleres de grabado en la ciudad de Guanajuato. La segunda en 2006, en Pátzcuaro, Michoacán, a invitación expresa de Francisco Ramírez Oñate, ex alumno de Trejo y en ese entonces director del ex Colegio Jesuita, ya convertido para esos momentos en un centro cultural que albergaba un importante taller de grabado. Finalmente, la última, en 2022, propuesta por quien esto escribe, y llevada a cabo en el Centro Cultural Universitario de la Universidad Michoacana, con el apoyo de los hermanos Trejo y del Instituto de Investigaciones Históricas de esta universidad, con motivo del centésimo aniversario del nacimiento de Antonio Trejo.

 

Desde 2005-2006, cuando participé más directamente en el montaje de la segunda exposición, me propuse indagar sobre la época de Antonio Trejo y tratar de comprender por qué pintó lo que pintó. Me he preguntado desde entonces cuáles eran sus intereses y que quería mostrar a otros mediante dibujos, pinturas y grabados. De hecho, ser hija de alguien, en este caso un pintor, no da necesariamente las luces suficientes para comprender a esa persona en su actividad profesional y en sus posturas sociales y políticas. Por eso había que investigar, no solo a la persona y su obra, lo más difícil, precisamente porque estaba demasiado cerca (no solo temporalmente sino afectivamente), sino también la época con sus momentos coyunturales, y los lugares que lo fueron construyendo como artista.

 

Ese paso por tiempos y lugares, que él va construyendo a través de su obra, es lo que nos pareció podía dar algunos indicios de quién fue como pintor. Eso es lo que tratamos de dar a conocer en esta exposición. Son los trayectos temporales los que permiten conocer los lugares por donde se movió, sus intereses socio-políticos y sus maneras de expresarse pictóricamente.

 

 

Empezar por el final

 

La exposición se llevó a cabo entre agosto y octubre de 2022 en dos salas del Centro Cultural Universitario de la Universidad Michoacana. Estuvo organizada retrospectivamente, es decir empezando con las obras más antiguas hacia las más recientes, para que el visitante descubriera los tránsitos desde sus inicios como grabador hasta sus últimas obras, sin embargo, en este escrito iré de las obras más recientes a las más antiguas con las que contamos y fueron expuestas.

 

Hay que decir de inicio que  Antonio falleció a los 63 años, en el año de 1986, cuando estaba en una etapa muy productiva y de notable búsqueda formal. Aunque los temas que abordaba eras similares a los de sus etapas más tempranas, su abordaje estilístico era distinto: el realismo social propio de la Escuela mexicana de pintura se modifica para dar paso a expresiones en las que las figuras y los rostros se desvanecen, donde cierto geometrismo aparece como recurso para deconstruir escenarios y figuras, y en las que los paisajes dejan de ser meras representaciones para transformarse en lugares donde suceden cosas, como el movimiento de personas, el ascenso de la espuma contaminante en los alrededores del río Tula, o los horrores de la guerra.

 

La vida de Antonio Trejo transcurrió por graves momentos de conflictividad social, de la cual se sintió parte. Su sensibilidad y preocupaciones sociales le hicieron comprometerse. Su pintura lo refleja con claridad. Los años ochenta fueron una etapa culminante de su vida, de aparente calma para él porque había dejado la Escuela Nacional de Artes Plásticas para dedicarse a su obra, pero no pudo abstraerse de las problemáticas sociales que lo habían agobiado en años anteriores. Tenía que hablar de eso a su manera: había vivido con entusiasmo la Revolución cubana; también, con gran preocupación, el movimiento estudiantil del 68 como profesor y autoridad de la Escuela, y finalmente, fue testigo, desde México, de la implantación de dictaduras en varios países de América Latina en los años setenta. Se percató de la frustración política y social de varios jóvenes que optaban por la guerrilla, lo que lo atormentaba porque morían por ideales que él compartía en lo profundo de su ser, pero ya se empezaba a sentir viejo y su salud se había deteriorado.

 

Pintó en esos últimos años esos paisajes desgarradores del Valle del Mezquital y su gente, pero cada vez menos definidos, a causa de los estragos de la sequía y de la contaminación. También de esos años son los grabados del “Guerrillero muerto”, en el que advertimos las fuentes cristianas de algunas de sus obras,[1] y el de las Madres de la Plaza de Mayo, en clara alusión al sufrimiento causado por la tortura y la desaparición de jóvenes en las dictaduras del sur de América; en técnicas como xilografía y aguafuerte tenemos tanto grabados que hacen alusión al sincretismo prehispánico-católico o a la imponente presencia de los conquistadores hispanos; en óleos, los motivos pictóricos de las ciudades prehispánicas en llamas. Pero no obstante estas expresiones apocalípticas, también están sus dibujos, grabados y pinturas que aluden al amor, al baile, a los mitos y creencias ancestrales, a mujeres realizando algún trabajo. Todo ello como expresión de la vida y de los deseos.

 

 

Los convulsos años sesenta y setenta

 

En los años sesenta y setenta, dedicados en buena medida a la docencia y a la administración académica, ya se percibe en sus obras esa búsqueda formal propia, que no sigue a pie juntillas a la Escuela Mexicana de Pintura. La coloración muy propia: en algunos cuadros, dominan los azules y violetas; en otros, los ocres y matices rojizos; a veces los blancos transitando hacia los azules y verdes. Los temas son paisajes de Valle del Mezquital donde dominan las presencias femeninas protectoras; los colectivos humanos, probablemente de la urbe, en los que los rostros adultos se difuminan y la soledad se hace presente a través de una niña en primer plano; o las actividades grupales de las mujeres, como en aquel óleo en el que se les ve alrededor de un pozo. Son asimismo de los años sesenta los óleos y acuarelas de su viaje hacia Veracruz y Oaxaca, en los que predominan tanto el colorido de la vegetación tropical como las escenas de la vida cotidiana, así como el mural de Monte Albán, situado en la Sala Oaxaca del Museo Nacional de Antropología.[2]

 

 

Empezar la profesión como grabador

 

El último periodo expuesto en las salas del Centro Cultural Universitario en agosto de 2022, corresponde principalmente a una faceta del desarrollo de Antonio Trejo como grabador. Así inició su actividad profesional en el CREFAL, en Pátzcuaro Michoacán, en 1951, y durante su estancia tanto en Morelia como en Guadalajara, entre 1953 y 1958. Es su periodo más afín, no solo a las motivaciones sociales y políticas de los grabadores y pintores del Salón de la Plástica Mexicana y del Taller de la Gráfica Popular, sino también de mayor coincidencia estilística con estos: precisión de la línea del grabado, temáticas sociales del pueblo rural y urbano, en manifestación política o religiosa, o en actividades cotidianas. Destacan sin duda en este periodo escenas conmovedoras de mujeres, mercados y niños del Valle del Mezquital, su tierra y la de sus ancestros otomíes. Lugar de donde se alejó para construir su oficio de dibujante, grabador y pintor, pero a donde siempre regresaba para confirmar sus raíces y hablar, con el pincel, el lápiz y el buril, de las graves desigualdades de este pueblo, pero también de lo que reafirma su potencial para continuar viviendo en resistencia histórica.

 

La técnica del grabado en linóleo era la usual por su costo más bajo y porque también era propicia para formar parte de algún libro o revista, como sucede con las imágenes que se expusieron de la Revista Sophia y del libro El alcalde de Lagos y otras consejas, ambos publicados en Guadalajara, Jalisco. Desde luego, hay que destacar que en los años cincuenta el grabado seguía siendo la opción más usual para reproducir imágenes en el medio editorial y también para la reproducción de carteles, de ahí la importancia que tuvo este medio en los inicios de la promoción cultural y educativa del CREFAL en las comunidades de la Meseta Purhépecha.

 

Terminamos esta reseña de lo expuesto en esta exposición retrospectiva mencionando dos dibujos que dieron entrada a sendas salas del Centro Cultural Universitario: El autoretrato de Antonio Trejo y el retrato de Rafaela, su compañera de vida. Dos dibujos que muestran, por un lado, al pintor a pocos años de su fallecimiento, observando las líneas del tiempo en su rostro y acompañado del símbolo de origen prehispánico del águila que cae. El segundo, a su mujer, ceramista y lectora.

 

Finalmente, es necesario destacar que buena parte de la obra de Antonio Trejo Osorio no tiene firma ni la movió en los espacios del mercado del arte, de ahí que es una obra poco conocida, y que en su mayor parte está en manos de la familia Trejo. Estamos de acuerdo con Alberto Híjar, cuando dice que “pintar sin firmar”,[3] como lo hizo Antonio Trejo Osorio, fue una actitud ante la vida y ante el mercado del arte. Una manera de no lucrar con aquellos que motivaron sus obras, pero también para expresar que una obra siempre está abierta a nuevas posibilidades.

 

 

[1] Resulta imposible no asociar este grabado a la Piedad de Miguel Ángel, por ejemplo.

[2] Por su importancia mencionamos este mural, aunque por obvias razones no formó parte de la exposición a la que hacemos referencia en este texto.

[3] Así tituló Alberto Hijar el texto que escribió para la exposición de Antonio Trejo y que quedó plasmado en una mampara de la exposición de agosto-octubre de 2022.

 

 

Relámpago.  José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-090. Óleo sobre tela. ca. 1984.

Relámpago. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-090. Óleo sobre tela. ca. 1984.

 

Contaminación en el Valle del Mezquital. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-048. Acrílico sobre papel, ca. 1985.

Contaminación en el Valle del Mezquital. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-048. Acrílico sobre papel, ca. 1985.

 

Los horrores II. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-085. Óleo sobre madera, ca. 1985.

Los horrores II. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-085. Óleo sobre madera, ca. 1985.

Guerrillero muerto. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-098, Xilografía, ca. 1983.

Guerrillero muerto. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-098, Xilografía, ca. 1983.

 

 

Madres de la Plaza de mayo. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-103, Técnica mixta: Xilografía y gouche, ca. 1984.

Madres de la Plaza de mayo. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-103, Técnica mixta: Xilografía y gouche, ca. 1984.

 

Caída de ciudad prehispánica. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-089, acrílico sobre madera, ca. 1983.

Caída de ciudad prehispánica. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-089, acrílico sobre madera, ca. 1983.

 

El baile. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-062, Óleo sobre tela, ca. 1984.

El baile. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-062, Óleo sobre tela, ca. 1984.

 

Multitud. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-020, Óleo sobre tela, ca. 1964.

Multitud. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-020, Óleo sobre tela, ca. 1964.

 

Sin título. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-067, Óleo sobre tela, ca. 1964.

Sin título. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-067, Óleo sobre tela, ca. 1964.

 

El pozo. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-082, Óleo sobre tela, ca. 1965.

El pozo. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-082, Óleo sobre tela, ca. 1965.

 

Jugadores. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-006, Gouche, ca. 1964.

Jugadores. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, P-006, Gouche, ca. 1964.

 

Antonio Trejo en el CREFAL. Archivo fotográfico del CREFAL, ca. 1951.

Antonio Trejo en el CREFAL. Archivo fotográfico del CREFAL, ca. 1951.

 

La lluvia. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-070, Aguafuerte, 1948.

La lluvia. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-070, Aguafuerte, 1948.

 

Mercado Otomí. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-066, Grabado en linóleo, 1954.

Mercado Otomí. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-066, Grabado en linóleo, 1954.

 

Penitente. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-063, Grabado en linóleo, 1956.

Penitente. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, G-063, Grabado en linóleo, 1956.

 

Grabado de Antonio Trejo, “Plaza principal de Lagos”, en Alfonso de Alba, El Alcalde de Lagos y otras consejas, Ediciones de autores jalicienses,1957.

Grabado de Antonio Trejo, “Plaza principal de Lagos”, en Alfonso de Alba, El Alcalde de Lagos y otras consejas, Ediciones de autores jalicienses, 1957.

 

Autorretrato. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, D-052, lápiz a color, ca. 1983.

Autorretrato. José Antonio Trejo, Archivo digital de la obra de Antonio Trejo Osorio, D-052, lápiz a color, ca. 1983.

 

 

 

 

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