Vlady. Rebeldía y pasión
Eduardo Espinosa Campos [1]
Conocí la obra de Vlady antes que al artista. Fue en el Museo de Arte Moderno, coincidentemente, donde lo vi la primera y la última vez. La primera, fue a principios de la década de los ochenta, cuando mostró públicamente su autorretrato, en el que tomó como referencia aquel de Jacobo Robusti de Tintoretto, pero hecho a la manera de El Greco (El caballero de la mano en el pecho), y que suscitó una airada polémica con Raquel Tibol. [2] La segunda vez fue en 2000, en ocasión de su exposición Vlady. El modelo interior. De la rueda de prensa (del 21 de noviembre) recogí algunas declaraciones suyas, que me parecen reveladoras, como: “No veo diferencia entre los medios: pintura, dibujo, grabado”. Vlady tenía la virtud de comunicarse con aparente sencillez. Sus pinturas muchas veces están fusionadas con dibujos; pintaba como si dibujara pero también dibujaba pintando. Aunque siempre me ha parecido que fue en el dibujo donde encontró su mayor libertad de expresión.