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El andamiaje de la cerámica

Posted on 26 enero, 2024 by cenidiap

Eréndira Meléndez Torres

 

Hace apenas unos meses me incorporé al equipo que trabaja el tema de la cerámica contemporánea en el Cenidiap, bajo la generosa guía y acompañamiento de Leticia Torres y Ana María Rodríguez viajamos a Xalapa, Veracruz. También estuvimos en compañía de algunos ceramistas; sus historias, narraciones y piezas, así fui reconociendo algunos detalles del quehacer cerámico.

 

Durante nuestra visita, tuvimos la oportunidad de asistir a la exposición individual del ceramista Gustavo Pérez, la inauguración de su exposición, fue la muestra que abrió las actividades que enmarcaron la Onceava Bienal de Cerámica Utilitaria Contemporánea.

 

La muestra de Pérez fue muy amplia, con muy diversas técnicas y materiales, barro negro, barro rojo, muchos trabajos en alta temperatura, juegos modulares y piezas que me recordaron líneas de Gaudí. Presentó diseños muy diversos en cerámica, y la novedad para mí fue una serie de grabados en papel, realizados en La Ceiba Gráfica, lugar del que tengo referencias como un espacio de gran historia, impulsor de artistas y artesanos pero que me faltó visitar.

 

Resulta un gran acierto el encuentro con el papel, ya que Gustavo siempre ha hecho un magistral despliegue gráfico sobre sus piezas cerámicas.  En la sala había varios textos en los que Pérez explica sus procesos creativos distribuidos en lugares del mundo. La exhibición es un gran recuento de su trabajo de años.[1]

 

Hicieron falta fichas técnicas de cada pieza para explicar su proceso, sobre todo porque no he seguido su trayectoria y no me es posible reconocer en qué época o año de su trabajo podrían ubicarse las piezas. El discurso museográfico, arranca con obras tradicionales de barro negro, posteriormente con las de barro rojo. De esta manera el artista, a través del barro nos comunica que su identidad es importante. También en un rincón muy discreto estaba un cantante ataviado con rebozo calzando huaraches, su voz y sonidos veracruzanos, resultaron un cariñoso guiño.

 

Sabemos, o así lo hemos aprendido, que es en la edición de catálogos donde regularmente se completa la información, ya que tanto las imágenes como las obras tienen derechos y «actas de nacimiento». Asimismo, cuando son adquiridas se integran a colecciones específicas. Sin embargo, para la elaboración y edición de catálogos de obra se incluye a especialistas que analizan las obras y propuestas estéticas de cada artista. Sin estos personajes, no conoceríamos los detalles que nos dan pistas y certezas para los que investigamos ciertas temáticas. Además, estas narraciones que profundizan sobre la obra conforman una parte integral e indispensable de una comunidad de saberes, en torno al arte y los diseños.

 

En este conjunto de esfuerzos, vale la pena preguntarse: ¿cómo llegan las obras a un espacio de exhibición? Un ceramista tiene que resolver y no solamente elaborar sus delicadas piezas, sino también la movilidad de estas.  Su trabajo no sería visible sin esta característica, y así ha sido todo el arte, coloquialmente y sin duda: “el diablo está en los detalles”…

 

Pensar en componentes que construyen presencia artística -dígase cerámica, diseñistica, pictórica, escultórica o social- están hechos gracias, no solo a la producción y el talento creativo, dejaría o hemos dejado en el olvido a muchos artistas. En este punto, es donde el concepto de campo, abordado por Bourdieu, hace radiografía del andamiaje para llegar a los públicos y consumidores del arte.

 

En cuanto a la construcción del “gusto”, sería necesario estudiar las dimensiones y aceptar el fracaso nacional, para involucrar a una amplia población en los ámbitos de la cultura artística, invadidos por los grotescos contenidos de Televisa y TV Azteca, a los que se suman ya diversas plataformas y redes sociales que buscan segundos de atención y lo logran con contenidos sensacionalistas unos, violentos otros.

 

Puede ser que uno de los hilos para tejer un estudio así, es el de que son las élites las únicas capaces de dar movilidad a la obra artística como tal, y esas mismas élites determinan los accesos a ellas, ahí están los cruces con el racismo y la discriminación, hilos del entramado que juegan el juego de la exclusión social.

 

A todas luces sabemos ahora, y antes no, que la presencia artística se construye con andamios interdisciplinarios, que un artista para tener presencia requiere pensarse como un empresario donde intervienen mucho más que sus ideas creativas, su obra en sí no solo requiere sostener el entramado de acciones, relaciones públicas, gestiones, que tiene que estructurar equilibradamente  para plantarse, en un atril, una base,  un muro, un espacio vacío a llenar de sentidos, para solo así llegar a los públicos,  sus emociones, y lo que resulta vital: el mercado.

 

Fantaseamos en el tiempo, quienes nos formamos como artistas, de que a las puertas del taller donde trabajamos -que no era nuestro- sino de la institución educativa, llegarían a descubrirnos, y si ocurría de tal forma, se convirtieron en los continuadores del sistema, en un trabajo discreto, silencioso, de gran élite; dealers, marchantes, galeristas,  los que han construido el gusto experto, tanto como el andamiaje, el entramado, el contexto. Los críticos y curadores requieren de una presencia escénica, cautivadora incluida en el paquete.

 

Gracias a las artes del cuerpo, al arte sonoro, a las redes sociales, a las performances, la instalación, la toma callejera, y en mi opinión fue debido a que los artistas y el arte se metieron en la radiografía del campo, haciendo visible todo lo que un artista tradicional en formación no veía. Entonces el mundo del arte, los galeristas y los museos vivieron una revolución de la que no hemos hablado mucho, vale empezar a narrar sobre esas trincheras.

 

 

Aferrados a los saberes expertos y a que nos digan quienes somos, llegaron críticos, curadores, y teóricos, a decirle a los artistas: “esto eres tú, esto piensas, esto dice tu obra”. Sumisos antes, al no saber armar un discurso con la excelencia de un erudito, o de una edición, datos sobre el contexto de su obra y sentir: el artista, ser extraño, “no sabe qué piensa”, “solo actúa”, con excepción de la actitud retadora, insolente, que también gusta y es un estigma.  El arte ha sido, hasta hace poco, pensado por estudiosos que deliran, deliramos, en sus saberes y con su producción hacemos juegos teóricos.

 

Regresando a los entornos de la Bienal 11ª de Cerámica Utilitaria Contemporánea; al día siguiente de la apertura de la muestra, ya con los ganadores anunciados, se instaló una expo venta cerámica, donde llegaron colectivos y artistas a ofrecer sus piezas.[2]

 

En la colecta de tarjetitas para un directorio, que no son todos los que estaban,  y en las pláticas con algunos artistas del barro, logré intercambiar comentarios con distintos productores como: Teresa Gómez Cantabell y Lucio Sánches, los dos  de Cono 7, artistas del fuego -con los quienes más pude platicar-. Sumergible, El círculo cerámico, Artemio Mendoza, Fabiola Braña Fernández, José Dorantes Badillo, Noguerola, PAC, productora de arte contemporáneo, Lía Jacome y la Arquitecta Lourdes Amador Oliva.[3]

 

Mi interés se centró en el trabajo de Lucio Sánchez, músico que presentó piezas sonoras. Una llamada UDU, de origen africano, que según Teresa Gómez es para que las mujeres a la hora del parto, acompañadas de los sonidos del barro, tengan un alumbramiento feliz junto a sus bebés. Según Gloria Carrasco, arquitecta y ceramista que estuvo con nosotras durante el viaje, comentó que durante una de las primeras bienales se presentó una variante del UDU con su grabación.

 

En una mirada rápida, diría que un alto porcentaje de piezas eran figurativas, pero contrastadas por unas “matatenas”, y planos limpios del taller de Lourdes Amador, sus piezas son más diseñistas, resulta difícil encontrar imágenes de sus piezas en la red.

 

La metáfora del andamio, usada para la construcción, como una extensión del cuerpo y sus posibilidades para lograr acceder a lugares donde no es posible con solo estirarnos, hace sentido en el caso de la cerámica, que junto con la mayoría de la producción artística tiene que resolver las alturas y dimensiones de un público, a veces inaccesible y sobre cómo llegar o no con acciones y prácticas tales como construir, modular, vislumbrar las superficies a intervenir,  pero sobre todo en la movilidad de piezas, personas, contenidos, y especialidades.

 

Esperaremos que en la siguiente edición se puedan encontrar otros diálogos que problematicen la producción actual de la cerámica y del arte contemporáneo.

 

 


[1] La primera hoja de sala se puede leer: Piezas de los últimos años.  Estas piezas son una selección de los diferentes temas que he investigado de 2017 a la fecha. Constituyen una suerte de bitácora de este tiempo extraño que nos ha tocado vivir, la desgracia del confinamiento forzado por la pandemia que tanto ha afectado al mundo. Así como lo que hacemos refleja sin remedio nuestra experiencia y circunstancias estos han sido años de cambios radicales en mi forma de trabajar. Tomé la decisión de trabajar solo, sin ayudantes, bastante aislado por momentos con la impresión de estar, tras cincuenta años de hacer cerámica cerca del final de mi proyecto. Y con grandes dudas respecto al sentido de seguir adelante en tiempos de tanta incertidumbre. Sin embargo, a pesar de estas dudas y cambios, el impulso de trabajar se mantiene invariable en mí. La costumbre, el hábito de estar en taller todos los días sigue siendo la única manera de vivir que conozco y la presente exposición es resultado de eso. Muchas de estas piezas fueron construidas con placas de barro, pero muchas otras fueron hechas al torno, que sigue siendo mi técnica favorita. En algunas de ellas hay una vuelta a temas del pasado que necesité retomar como es el caso de las piezas dibujadas con navaja pero en otras aparecen nuevas formas y temas que nunca había vislumbrado. En las novedades más importantes hay un desarrollo al que he dedicado mucho tiempo y se trata de una técnica diferente de aplicación de los esmaltes pintando a mano con pincel y ya no con una pistola de aire como lo hice por tantos años. Pintar las piezas es ahora un proceso muy laborioso, pincelada por pincelada con tres o más capas de esmaltes de diferentes colores y texturas, obteniendo resultados que al paso de los años se han vuelto más ricos e interesantes. Es una manera que me conviene y me gusta: un trabajo silencioso lento, una especie de meditación. Otro nuevo camino de desarrollo, el más reciente es trabajar con barro rojo de baja temperatura bruñido. En esta producción estoy tratando de encontrar algo elemental, ancestral. Siendo la técnica utilizada en toda la cerámica primitiva del mundo me interesa mucho volver a ella, confiando en la posibilidad de obtener un resultado nuevo y personal que tenga a la vez un carácter intemporal. Implica además la economía de recursos y energía, ya que en todos los sentidos es mucho menos costoso quemar a 850 grados que a 1280 grados centígrados, lo cual conviene aún en un sentido ecológico.

 

[2]https://www.enteratever.com/2023/expoventa-de-ceramica-en-el-marco-de-la-11a-bienal-de-ceramica-utilitaria-contemporanea-2023/ consultado el 12 de diciembre de 2023

 

[3] sumergible.mx, @tellemedia, @circuloceramico,proartcom, @karime_noguerola, @JOSEDORANTESBADILLO, jaco-jazzy-cafe. No son todas las referencias, solo las que tienen forma de visualizar contenidos ya sea en página web o en instagram.

 

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