Foro México 68
Posted on 11 octubre, 2018 by cenidiap
Carlos Guevara Meza
Texto leído en la inauguración del foro México 68. A Cincuenta Años en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes el 4 de octubre de 2018.
Buenos días.
En nombre de los Centros Nacionales de Investigación, Documentación e Información de Danza, Teatro, Música y Artes Plásticas, la Escuela de Diseño del INBA y el Centro de Capacitación Cinematográfica de la Secretaría de Cultura, es un honor para mí darles la más cordial bienvenida a este ciclo de eventos para conmemorar el 50 aniversario del 68. Este ciclo incluye el Foro de mesas redondas que comienza aquí y continúa hasta mañana, con la participación de destacados especialistas tanto internos como externos a nuestras comunidades. El Cine debate, con la muestra de filmes emblemáticos presentados también por especialistas importantes o sus propios creadores, que comienza hoy y se realizará cada jueves durante este mes. Y la exposición sobre la Olimpiada Cultural realizada en aquel año, que comenzará el día 12 de octubre en la Galería del Aeropuerto, curada por un magnífico equipo de los Centros de Investigación y la Escuela de Diseño.
En nombre de mis colegas quiero agradecer cumplidamente el apoyo brindado por la Dirección General, la Dirección General Adjunta y la Dirección del Canal 23 del Centro Nacional de las Artes, así como al Instituto Nacional de Bellas Artes, especialmente a la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas y la Coordinación Nacional de Artes Visuales.
Agradecemos también y mucho a los ponentes participantes en este foro y en el cine-debate, por su amabilidad al haber aceptado nuestra invitación a pesar de que, seguramente, tienen una agenda muy complicada justo en estos días y por las mismas razones. Manifestamos nuestro reconocimiento particular al equipo curatorial de la exposición por su profesionalismo y excelente trabajo, realizado en condiciones muy difíciles. Y nos permitimos destacar la buena disposición de los archivos y coleccionistas, especialmente el Arq. Javier Ramírez Campuzano y el Dr. Roberto Gómez Soto, sin cuya participación entusiasta la exposición no habría sido posible.
Mis colegas y yo no deseamos omitir la mención a nuestros propios equipos de difusión y administración, que con gran empeño sacaron adelante la logística de este ciclo. Y por supuesto al público aquí presente y a través de la transmisión del Canal 23.
Nuestra intención al convocar a estas actividades, sin soslayar en ningún momento el carácter específicamente político y las implicaciones históricas del movimiento estudiantil-popular de 1968, ha sido destacar y reflexionar sobre lo que un autor clásico de aquellos años (y en mi opinión aún indispensable), Herbert Marcuse, llamó la dimensión estética de un proceso que fue por un lado un acontecimiento en el sentido de Alain Badiou (la ruptura que viene desde lo impensable y trastoca la lógica de lo establecido), por más que haya sido precedido por otros movimientos sociales también reprimidos violentamente por el Estado (baste señalar a los ferrocarrileros, maestros, campesinos, médicos y los mismos estudiantes y académicos con la ocupación militar de la Universidad Nicolaíta, entre otros), pero que sin duda alcanza su carácter legendario y fundacional al plantear un pliego petitorio no sectorial (es decir, no reducido a lo estudiantil o a lo universitario) sino de una universalidad aún no cumplida cabalmente y que implicaba una transformación de la forma misma de la relación política entre el Estado y la Sociedad Civil, segado bajo la forma goyesca del padre devorando a sus propios hijos en la Plaza de las Tres Culturas. Y que por el otro lado, es también el signo de una época, que en muchos sentidos importantes aún no termina, que engloba esos movimientos y represiones anteriores, así como los posteriores y hasta la actualidad, signada por las luchas contra el autoritarismo, la violencia y el crimen de Estado y la impunidad de los gobernantes, y por la democracia, los derechos humanos, la igualdad efectiva ante la ley y en la vida social de las llamadas minorías (por razones de género, etnia, preferencia sexual, ideología o cualesquiera otras) y por la crítica anticapitalista.
La dimensión estética del 68 en este sentido, abarca no sólo la producción artística de aquel momento y posterior, aunque por supuesto ésta tendrá un papel central en nuestras reflexiones en tanto concentración y decantación simbólico-sensible de los conflictos antes dichos (y en este tenor, la exposición sobre la Olimpiada cultural, primera por cierto en la historia moderna, evento “oficialista” realizado para realzar el lucimiento del Estado en el contexto de los Juegos Olímpicos, pero que tuvo el buen tino de convocar a lo más importante de la vanguardia internacional y nacional del momento, dejando una honda huella crítica de recursos de significación disponibles para el arte posterior) actualizando para ellos (los jóvenes del 68) y para nosotros la necesidad y la urgencia de las preguntas sobre la relación entre el arte y la vida social toda, y específicamente sobre el arte y la política en el sentido más amplio del término.
Pero también, en términos de Marcuse, esta dimensión estética incluye las luchas por la construcción misma de una subjetividad en resistencia frente a los modos de subjetivación funcionales al Estado capitalista autoritario. El 68, además del conflicto frontal contra el Estado por los derechos de la ciudadanía, inaugura un ciclo de luchas contra el autoritarismo en todas sus formas, contra el paternalismo y (me atrevería a decir) contra la forma patriarcal de las relaciones con y en el gobierno, las instituciones, la familia, la pareja, la escuela, la fábrica, la oficina, manifestadas en formas distintas de cantar, bailar, hablar, amar, de vestirse y de comportarse en todos esos ámbitos. Muchos triunfos en este sentido habrá que reivindicar y celebrar, al grado que algunos piensan que el legado del 68 está ya concluido. Muchas cosas faltan aún por conquistar y otras incluso que ya ganadas, se han perdido, por lo que otros dirán que el espíritu del 68 aún vive y es necesario. Lo cierto es que su importancia es innegable y que hay una deuda de justicia que aún debe pagarse.
Bienvenidos y comencemos.
Muchas gracias.
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