Conaculta Inba
Con B. Zamora 23

Beatriz Zamora

Posted on 21 agosto, 2024 by coordinv

Carlos-Blas Galindo

Cenidiap/INBAL

 

 

Ideas propias

 

 

La escritora británica Virginia Woolf (1882-1941) fue pionera en algunos aspectos de lo que hoy denominamos como feminismo. En su célebre texto Una habitación propia (1929) estableció que, para que en el ámbito patriarcal y capitalista una mujer pudiera dedicarse al arte, requeriría contar al menos con ingresos financieros, una formación académica y un espacio físico para trabajar. Eso es muy cierto, independientemente de la desigualdad de los privilegios para mujeres de la burguesía europea, como ella, y la falta de éstos entre esclavas no europeas. A la vez, esta condición resulta del todo adecuada para referirse a la vida artística de Beatriz Zamora.

 

Durante su amplia trayectoria, esta pintora y dibujante ha debido procurarse recursos monetarios de diversas maneras; entre éstas, ha recibido muy merecidamente apoyos del Sistema Nacional de Creadores de Arte o de alguna beca internacional o bien, a últimas fechas, se ha sostenido mediante la venta de obras suyas en la galería Enrique Guerrero (como antes vendió en otras más). Aun cuando ha padecido penurias económicas, hasta el presente ha resuelto el requisito woolfiano de tener ingresos financieros para ejercer su profesión como artista.

 

Zamora consiguió, igualmente, remontar el desafío de tener una preparación académica especializada, lo cual constituyó la base expresiva y técnica para que ella desarrollara sus planteamientos artísticos. Asimismo, dentro y fuera de México, ha tenido un taller en el cual trabajar, a veces uno de dimensiones suficientes para resolver sus obras de gran formato y, cuando esto no ha sido posible, otro en el cual elaborar piezas de dimensiones medianas o pequeñas.

 

La obra de Beatriz Zamora destaca en el contexto cultural de Occidente por contener ideas originalísimas acerca de los conceptos que aborda, aspecto que Woolf no enunció en sus escritos pero que está implícito en su argumentación, y es que si bien en el patriarcado y en el capitalismo toda mujer que aspire a ser artista ha de allegarse ingresos financieros, formación académica y espacio para producir, y lo más importante a lo que debe llegar es a tener ideas propias acerca de su quehacer profesional.

 

 

Nuevas vanguardias, espiritualidad y humanismo

 

 

Por la fecha de su nacimiento, Beatriz Zamora es contemporánea de quienes integran la primera generación de artistas de las nuevas vanguardias, lenguajes que se practicaron en México a partir de la década de los cincuenta del siglo XX y que constituyeron una reacción en el arte de Occidente ante sus predecesoras, las vanguardias históricas. La primera de esas nuevas vanguardias fue la de la abstracción no geométrica, o informalismo. Sin embargo, por la fecha en la que esta pintora y dibujante consolida su lenguaje individual, en 1977, cabe ubicarla como una destacada integrante de la segunda generación de artistas de las nuevas vanguardias; esto es, de quienes alcanzaron su madurez expresiva en el decenio de los setenta del siglo pasado. Pero no únicamente eso, sino que, como lo consideró la crítica de arte Raquel Tibol (1923-2015), Zamora destaca por ser la más extrema, audaz, atrevida, osada y activa artista adscrita a las nuevas vanguardias, desde los setenta del siglo XX hasta el día de  hoy.

 

Este reconocimiento se lo ganó debido a su fidelidad con su propuesta de considerar al negro como fundamento para su discurso pictórico; por su alta capacidad creativa para explorar en las inacabables posibilidades técnicas y formales monocromas del negro; por su tenacidad para no flaquear ni siquiera en tiempos de penurias; por su ejemplar constancia en su producción artística a contracorriente y, asimismo, por su convicción respecto al carácter sanador con el que cuentan sus obras. 

 

 

Un pensamiento más allá del racional

 

 

Existen muy pocos casos de artistas que, habiendo consolidado sus lenguajes al interior de las nuevas vanguardias en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX, hayan cuestionado en sus obras el predominio del racionalismo, el cual ha imperado en las artes de Occidente por lo menos desde mediados del siglo XIX. 

 

El culto a la razón ha caracterizado a esta etapa de la historia de la humanidad denominada como modernidad. Vertientes de las nuevas vanguardias más obviamente racionalistas lo fueron mucho del arte pop, del hiperrealismo, de los geometrismos, del arte óptico, del cinético, del tecnológico (el del video y el realizado con el uso de computadoras) y por supuesto de los conceptualismos. Pero aún artistas de la abstracción no geométrica o que retomaron propuestas del dadaísmo consideraron lo racional, incluso si fue para intentar eludirlo.

 

Beatriz Zamora, en cambio, ha sido y es pionera, desde que decidió acometer el reto de abordar El Negro en su obra, de lo que hoy en día es conocido como el sentipensar. Esto es un pensamiento más allá de lo racional que constituye un proceso en el cual convergen de manera simultánea los sentimientos y el pensamiento; las emociones y la reflexión. Esta artista da cuenta de todo esto en numerosas entrevistas para la prensa, aunque sin utilizar este término, que no ha sido del todo difundido. Y es que no pocas personas de entre quienes pertenecen a alguna de las nuevas vanguardias han manifestado interés por la alimentación macrobiótica, el budismo, el Bhagavad-gita y la devoción a Sri Krishna, el taoísmo, el tarot o el yoga. El interés por estas filosofías es una de las consecuencias directas del movimiento hippie, de origen sesentero, y la convicción respecto al inicio de una nueva era. Beatriz Zamora practicó la macrobiótica, y su pensamiento rebasa el racionalismo occidental, a la vez que tiene nexos con el budismo y sobre todo con el taoísmo.

 

 

Del tiempo y de los tiempos

 

 

En el mundo de la cultura artística existen situaciones que muchas personas denominan coincidencias. Simultáneamente, tanto Beatriz Zamora como Alberto Burri (1915-1995) comenzaron a trabajar únicamente con el negro porque ella y él, en sus respectivos medios culturales, detectaron la necesidad de que alguien lo hiciera. Atendieron a eso que se conoce como el “espíritu del tiempo” y ensayaron satisfactores para tal requerimiento, hasta que consiguieron transitar por ese derrotero; por “el inmenso camino del Negro”, a decir de Zamora, quien continúa recorriendo, incansable, esa tan amplia y profunda vía.

 

No coincido con la afirmación respecto de que quienes son artistas se anticipan a las épocas en las que viven y trabajan. Considero que, como esta pintora y dibujante, las personas que ejercen la profesión de artista ubican necesidades a satisfacer y proceden en consecuencia con el propósito de saciarlas, hasta que lo consiguen o no. Tampoco estoy de acuerdo con la premisa de que los públicos no comprenden las propuestas artísticas si no conocen sobre las tendencias, movimientos o aspectos teóricos de la producción cultural. 

 

Actualmente,  las artes se encuentran en una encrucijada que habrá de ser resuelta en pro de la subsistencia de lo artístico como es conocido hasta ahora o, por el contrario, a favor de un arte-después-del-arte. El cambio, de ocurrir, no será abrupto y desde ahora existen ejemplos de ese arte del futuro. Beatriz Zamora ya trabaja con base en criterios futurísticos (o de lo que es deseable para el futuro): supera las imposiciones del coloniaje en la cultura, participa en el proceso de abatir lo patriarcal, su obra va más allá de lo artístico al referirse a aspectos de lo trascendente, cuenta con una clara función social de índole sanadora, es solidaria con la humanidad y abraza un nuevo utopismo vinculado con lo espiritual.

 

 

Técnicas y materiales
Los grandes cambios en el arte han sido posibles, entre otras cosas, gracias a los resultados de las investigaciones que profundizan en aspectos como las técnicas, materiales y su aplicación, así como sus planteamientos teóricos y estéticos.  Por ejemplo, cuando se utilizó el aceite de linaza prensado en combinación con pigmentos en polvo, para después dar paso al óleo, o cuando les fueron dadas aplicaciones artísticas a las emulsiones acrílicas o a las lacas automotrices. 

 

De manera semejante, Beatriz Zamora ha resuelto sus requerimientos pictóricos mediante la experimentación con diversos materiales. Como se sabe, ella recurre a la acerina (óxido férrico, también denominado hematita), al carbón mineral (roca fósil combustible) y al carbón vegetal , al carborundo (carburo de silicio), al negro de humo y a la obsidiana (roca volcánica ampliamente utilizada en Mesoamérica), así como al empleo de resina sintética en distintas diluciones.

 

Dependiendo del peso que cada obra tendrá al final –o porque así lo decide–, esta autora emplea soportes rígidos (tableros de madera terciada) o tela (loneta) estirada en bastidores. Asimismo, ha adoptado como procedimiento el de colocar sus soportes horizontalmente sobre el piso y trabajar sus materiales con sus manos, aun cuando eso le implica recurrir a acciones corporales exhaustivas, lo cual le añade un aspecto de ejecución performática a su pintura. Adicionalmente, su planteamiento artístico, al cual denomina El Negro, está fundamentado en la solución de múltiples variantes de su elección monocromática. Se trata de una misma y magna obra que ella mantiene en constante proceso, en perpetuo desarrollo. Cada pintura y cada dibujo forma parte de esta obra continua.

 

 

Solitaria

 

En el contexto de las nuevas vanguardias descuella la labor de mujeres que cultivaron o siguen cultivando los lenguajes de la abstracción no geométrica o del informalismo. Sobre todo, se destacan en el llamado informalismo lírico, denominado así por su no sujeción a reglas internas, por su eclecticismo libertario, y por su riqueza poética. Una antecesora importante del informalismo lírico fue, en México, Cordelia Urueta (1908-1995), en Portugal, Maria Helena Vieira da Silva (1908-1992) y, en los Estados Unidos, Lee Krasner (1908-1984). Contemporáneas de Beatriz Zamora han sido Hilda Campillo (1934-2019), Lilia Carrillo (1930-1974), Antonieta Figueroa (1934) y María Teresa Iturralde (Siglo XX). 

 

No obstante estos acompañamientos en lo estilístico y en lo generacional, Zamora es una artista que trabaja de manera solitaria. Esto es así, precisamente, porque pese a las coincidencias o convergencias mencionadas, nadie más que ella ha optado por El Negro. También es así porque su labor artística es caracterizada por una serie de dualidades. En sus procesos introspectivos nadie más que ella puede dar cuenta de lo acontecido en tanto que, en sus conexiones con lo que ella denomina Ayudantes Espirituales y Seres Superiores, ninguna otra persona puede dar testimonio de lo sucedido en sus encuentros. Otra dualidad más la constituye el hecho de que si, por una parte, su labor es cismática en lo que concierne a la cultura artística occidental imperante, por otro lado, su obra constituye un aporte invaluable que enriquece a esa cultura dominante por el contraste con su obra.

 

La energía vital de Beatriz Zamora es impresionantemente intensa, en tanto que su producción artística constituye un canto a la vida, pues con ella ha conseguido nulificar la acepción de lo negro como vinculado (cuando no sinónimo) de lo mortuorio. Empero, entre las personas que conozco, es la que más amenazas de muerte ha recibido, desde su niñez y en el arranque de su etapa de consolidación de su lenguaje individual. Celebremos, entonces, su vida y su obra. ¡Viva Beatriz Zamora! ¡Viva El Negro! 

 

En este tenor, les invito a que visiten su exposición en el Museo de la Ciudad de México que estará disponible desde el sábado 24 de agosto del 2024, y así poder ser testigos de la influencia de esta artista en las nuevas vanguardias y en el arte nacional. 

Con B. Zamora 23

456225202_477044581960717_5779012172184533063_n

Lo que otros están diciendo

  1. Francisco Díaz González 25 agosto, 2024 at 10:58 am

    Cómo siempre la profunda sapiencia del maestro Carlos Blas Galindo sobre la historia del arte, pero sobre todo, el conocimiento de la creación específica de un artista, nos muestra una visión profunda de los creadores; en este caso de la maestra Beatriz Zamora.
    Los materiales que utiliza, la forma en que trabaja y los conceptos filosóficos que envuelven la obra de Beatriz Zamora la ha develado con precisión el maestro Carlos Blas Galindo.
    !Muchas Gracias!
    Reciban un afectuoso abrazo..

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *