Laura González y Matute
El chapulín o saltamontes, insecto emblemático en la obra del pintor Tamiji Kitagawa (1894-1989), ha sido representado por milenios en la historia de la humanidad. Los antiguos egipcios lo tallaron en sus tumbas y se menciona, entre otros emblemáticos textos, en la Ilíada, la Biblia, el Talmud y el Corán, con referencia a las catástrofes producidas por su paso como plaga voraz.
Como tal, es identificado con la depredación, la hambruna, la destrucción y las grandes migraciones; sin embargo, en soledad es indefenso e incluso llega a ser alimento para algunas culturas.
Para convertirse en plaga, crece de tamaño, sus alas se ensanchan y, cambia de color: de verde claro en su fase solitaria, a amarillo en su etapa gregaria o de calamidad.[1]
En este estado, nace su instituto de migrar, aumenta su voracidad y devasta grandes extensiones de tierra fértil.
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