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Presentación de «Susto perenne» y «Siqueiros por Híjar»

Posted on 26 agosto, 2023 by cenidiap

Cristina Híjar González

 

Aula Magna, CENART.
16 de agosto de 2023

 

Dos libros dos que ahora presentamos gracias al esforzado y dedicado trabajo de Miguel Ángel Esquivel quien además de ser digno discípulo de Alberto Híjar, advierte, como académico e historiador, el conocimiento generado no solo en la infinidad de textos elaborados por Híjar a lo largo de sus más de 60 años de trabajo sin pausa, sino en la praxis estético-política que es su vida toda como protagonista, testigo e historiador de acontecimientos y empeños variados.

 

Miguel Ángel valora desde los textos las anécdotas, la red de relaciones tejidas, los empeños organizativos, el Híjar profesor, el Híjar militante y todo aquello que podría considerarse fuera de la producción de conocimiento y no, todo importa y todo construye. Atiende bien la recomendación de Andrés Aubry respecto a todo este universo cognitivo y cognoscente.

 

Dejo al compañero editor y a nuestra colega Guillermina Guadarrama que hagan los comentarios precisos, los míos serán en otro tono, desde el amor y el orgullo que AH me genera. Algunas partes son extractos de mi ponencia “Vida con sentido y sentidos para la vida. Un testimonio amoroso” publicado por la SAPS en el marco del Encuentro 30 años 30 Siqueiros e Híjar realizado en 2004.

 

Por supuesto celebro ambas publicaciones, sin embargo, Susto perenne me interpela directamente porque también es nuestra historia familiar. Costó que mi papá asumiera la necesidad y la obligación de escribir su testimonio como detenido-desaparecido, esa realidad hoy tan común y que nos golpea en la cara todos los días. Más de 30 años le tomó hacerlo. Nosotras, su familia, aprendimos juntos del deber de memoria. Porque de eso se trata, no de individualizar lo vivido y reducirlo a transmitir una experiencia personal sino al revés, socializarlo y problematizarlo para que nos sirva a todxs. Bien advierte Esquivel en su prólogo no solo la posibilidad del conocimiento histórico a partir del testimonio sino también “su posibilidad de teoría”.

 

 

AHS Siqueiros

 

Por fortuna, en todo el mundo y en particular alrededor de acontecimientos como el que genera este libro, el testimonio es fuente fundamental. En los mejores casos, incluso como prueba judicial para el siempre exigido castigo a los responsables, ausente en México. “La prueba soy yo”, afirma contundente una ex detenida-desaparecida argentina cuando le exigen pruebas de lo vivido en una causa abierta contra sus represores. Y sí, ahí está lo intransmitible que solo podemos imaginar limitadamente y que lleva a mi papá a decir en uno de los textos: “no somos nada” ante la impunidad rampante y hasta ahora invencible en México. Pero sí somos y aquí estamos: una comunidad política y memoriosa que no olvida y no perdona. Vivimos con las huellas de todo ello y, literalmente, las huellas de las botas usadas por mi papá en mil batallas y escenarios, ya son parte de Huellas de la Memoria, ese extraordinario proyecto gráfico-político, y están impresas en mosaico, afuera de la Fiscalía General de la República. Si no me equivoco, son solo un par las impresas en naranja, lo que las distingue como desaparecidxs recuperados, casi todas son verdes, por la necia esperanza, y otras, dolorosamente, son negras.

 

Dicen los que saben que acontecimientos como lo narrado en el libro impactan la vida de tres generaciones, y seguro hasta más, porque estoy segura de que Matías, su bisnieto, también se la apropiará a partir del amor que los une. Como familia vivimos el terrorismo de Estado, no la mal llamada guerra sucia, y eso nos definió, por fortuna, de la mejor manera. Asumimos con responsabilidad ética e histórica nuestros privilegios de tener a un sobreviviente y somos una comunidad político-afectiva en acción. Somos el Colectivo Híjar. Entre otras actividades, ya colocamos placas de memoria señalizando tanto la ex sede de la Dirección Federal de Seguridad y su Brigada Blanca en Circular Morelia 8 como también en la Casa Grande de las Fuerzas de Liberación Nacional en Nepantla, Edomex, en donde fueron masacrados cinco compañeros y dos más fueron detenidos aquel terrible febrero cuya ola represiva, de asesinados y desaparecidos, alcanzó a Chiapas, Tabasco y a militantes hasta un año después.

 

AHS susto perene

 

 

El 14 de febrero de 1974 tocaron a la puerta de nuestra casa, acabábamos de comer con mi Güeli y mi tía Susa, mamá y hermana de mi papá. Abrí y dos o tres tipos preguntaron por mi papá diciendo que había atropellado a alguien. Cuando salió fue sometido con violencia, Vero, mi hermana de 7 años, se les fue a las piernas y fue pateada con brutalidad. Se lo llevaron. Inútil la persecución de mi tía al veloz coche sin identificar de los esbirros de la Dirección Federal de Seguridad.

 

Recuerdo que mi casa en Privada Hilda, núm. 1, en Contreras, se volvió una especie de cuartel general. A nosotras, las hijas, nos repartieron entre algunas tías para que mi mamá pudiera dedicarse a localizar a mi papá. Tras 6 días detenido-desaparecido y otros tantos ya en Lecumberri, un feliz día regresamos a la casa, mi papá ya estaba ahí, bañándose. Entramos todas al baño para abrazarlo y entonces vimos sus rodillas destruidas, en carne viva, consecuencia de haber trapeado el Palacio Negro de Lecumberri, en medio de burlas y cubetadas de agua fría; además, una gran y profunda herida en el brazo, producto del aventón de un custodio contra una herrumbrosa ventana de hierro. Pero tuvimos oportunidad de reírnos cuando vimos los pequeños zuecos blancos con los que había salido mi papá de la cárcel y supimos que, además de haber regalado las pocas cosas que había acumulado en prisión, al final le cambió los zapatos a un compañero peluquero de Monterrey que se iba a quedar preso. En 1977, el Ministerio Público se desiste de los cargos y queda en absoluta libertad, lo cual lo libera de la obligada firma de los lunes en el reclusorio.

 

Como anécdota curiosa, recuerdo que cuando regresamos a la escuela, una maestra nos aventó la teoría de que el secuestro y desaparición de mi papá se debía a que los ejecutores querían intercambiarlo por obras de Siqueiros, ¡háganme el favor! Apareció en Lecumberri, gracias a la inmensa solidaridad desplegada por su presentación con vida, en donde permanecería varios días más acusado de pertenecer a las Fuerzas de Liberación Nacional y con varios delitos en contra: sedición, asociación delictuosa, posesión de armamento exclusivo del ejército y conspiración, entre los que recuerdo. Finalmente, únicamente lo acusaron de conspiración, lo que le permitió el derecho a fianza. Es un orgulloso conspirador.

 

En febrero de 1995, como cruel chiste de la historia, sucedió lo mismo con la embestida al EZLN pero ya estábamos preparadas y fuimos entonces un colectivo muy efectivo. No pasó a mayores por fortuna, se redujo a su identificación como “El Profe”, así de astuta la inteligencia del Estado.

 

Destaca Mauricio Gómez Morín la gran lección impartida por Alberto Híjar: historificar y problematizarlo todo. Y eso hace en ambos libros. Susto perenne a partir de su vivencia que no es solo personal sino social y comunitaria. Siqueiros por Híjar, en una selección de textos reflexivos que no se limitan a la descripción sino atienden a la complejidad de la vida y obra del pintor para situarlo en la historia no solo del muralismo mexicano sino de muchos otros frentes inseparables.

 

Descubrirán la vigencia de muchos planteamientos del ideario, práctica y poéticas siqueirianas en las lecturas y abordajes de Híjar. No pertenecen a tiempos remotos y para los y las que andamos en estos menesteres, resultan necesarios su conocimiento y discusión. Miguel Ángel Esquivel ha dedicado muchos de sus importantes trabajos y aportes a este tema, tiene él mismo otros libros al respecto y ambos rebasan, por mucho, las lecturas fáciles y repetidas hasta el cansancio sobre Siqueiros, al revés y como Miguel Ángel lo advierte en la excelente introducción, “su prospectiva es abierta”, así como su interlocución. Radicalizar nuestras prácticas historiográficas, estéticas, artísticas, militantes y activistas implica historificarlas y problematizarlas, aquí hay material para ello.

 

 

 

Recuerda Híjar:

“De lejos, en la explanada de la estación Buenavista de los Ferrocarriles Nacionales, vi y oí a Siqueiros, 1958. Antes y después había recibido mis primeras dosis de gas lacrimógeno y había librado cargas de caballería en La Alameda, en Rosales y Reforma. El movimiento ferrocarrilero estaba en su esplendor. La prensa vendida y alquilable destacaba las intervenciones del comunista Siqueiros. Ya de estudiante de filosofía, superada mi etapa de químico inscrito en la lista negra para no volver a trabajar por la huelga ficticia contra la empresa que me defraudó, anunciaron una serie de conferencias en la Universidad Obrera en la calle de Morelos, cerca de donde fue asesinado Mella. Ahí fui con Carlos Sevilla, el luego trotskysta fundador encarcelado en ’68, extraviado luego en la academia y las traducciones. Nos deslumbró la actualidad apasionada de Antonio Rodrígues, recién llegado de China, de Federico Silva prosoviético, de Joel Marrokin con su crítica mordaz y de Siqueiros acabando con el cuadro. Aquello derivó en una serie de discusiones feroces. En primera línea, yo apuntaba todo. Gané la simpatía de los ponentes, la solicitud de transcribir para publicar, la invitación a conversar con calma. Aprendía más en todo esto que en un año de clases universitarias. De ahí pa’lante.”

 

La conclusión en vida de esta relación, fue la designación de Alberto Híjar, como consta en la última entrevista a Siqueiros publicada por Excélsior el 7 de enero de 1974, como parte de un grupo de personas encargadas de garantizar que el legado teórico y práctico del artista ciudadano comunista llegara y permaneciera en el pueblo de México, última voluntad del pintor muralista.

 

No es necesario romperse la cabeza para identificar estas coincidencias. Ambos comparten, aunque en distintos momentos y no por tan diferentes causas, la experiencia de la cárcel, la persecución e intimidación constante del poder del Estado; ambos comunistas confesos; ambos maestros y promotores de colectivos que dejan huella en todos aquellos que tenemos la oportunidad de vivirlos; ambas vidas dedicadas a la construcción de una alternativa de futuro, siempre al lado del pueblo en lucha y por ello, constantemente acusados y descalificados por “ultras”. Generosos con su conocimiento y con sus aportes; generadores de publicaciones alternativas, de actividades y eventos emergentes y necesarios. Muy pocos podrán permanecer impasibles frente a una conferencia o frente a la lectura de un texto de estos autores, incluso sus detractores y enemigos, no pocos, reconocen su actitud aguerrida, intransigente, cuando de defender sus causas se trata. Solidarios activos con las mejores causas internacionales, no es tan distinta la Guerra Civil española de la lucha sandinista. También los reúnen el carácter fuerte y explosivo, la crítica mordaz y contundente, la ironía siempre lista, pero también, el amor incondicional y la sensibilidad a flor de piel, la capacidad para conmoverse. Incluso, hasta en eso coinciden, vivir rodeados de mujeres y ser amorosos abuelos.

 

En enero de 1974 murió el pintor y, por decreto presidencial, se crea el Fideicomiso Siqueiros. Alberto Híjar asume el cargo de subdirector del mismo y de coordinador de la Sala de Arte Público (SAPS). Tras su liberación, también funda el Taller de Arte e Ideología (TAI) que impulsará muchas y diversas actividades en la SAPS. Desde entonces y hasta 1988, cuando es disuelto el Fideicomiso y la Sala pasa a formar parte del INBA, ésta operará como centro de reunión para el desarrollo de múltiples actividades y eventos. La última, como sede para impulsar la Escuela de Cultura Popular Revolucionaria “Mártires del ´68” orientada a la formación de cuadros culturales y aún en operación.

 

Alberto Híjar fue despedido sin liquidación tras catorce años de trabajo constante, productivo, cumpliendo con los objetivos, propuestas y herencias siqueirianas. Quizá esto era un augurio de la imposibilidad de conjugar una vida, una praxis como la de mi papá, con cargos institucionales para en cambio desparramarse orgánicamente en las luchas populares no solo de este país sino en Cuba, Nicaragua, El Salvador y más. Entre sus reconocimientos más preciados están la medalla de los 30 años de la Academia de Ciencias de Cuba y las piedras de los Pedregales de Santo Domingo entregadas, más de una vez, por nuestra legendaria Doña Fili al “maestro del pueblo”, como le conocen.

 

Todo esto tiene que ver con esas biografías construidas no a partir del anecdotario inútil y complaciente, de la simple suma de actividades y puntajes realizados para calificación de jueces institucionales, sino con vidas con sentidos plenos, libertarias, constructoras de y en comunidad, de relaciones fraternas y entrañables por memoria, verdad y justicia para todos.

 

Agradecemos a Miguel Ángel, nuestro quinto hermano, su empuje y su amor, su necedad en hacer, como editor, éste y otros libros alrededor de Alberto Híjar, que entre todo lo que es, felizmente es mi papá, para situarlo con dignidad en su justo lugar político, estético, académico e histórico. Sin duda, hay relevo.

 

Gracias al Cenidiap, nuestra casa, por realizar esta presentación.

 

 

 

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